No es motivo de orgullo para Israel que un ex Presidente de la nación, Moshé Katsav, haya sido declarado culpable de violación y condenado a siete años de prisión.
Pero, si es motivo de orgullo para la democracia israelí, el hecho de que en Israel se respeta el principio de que todos somos iguales ante la ley. Si un destacado político y un hombre común y corriente son ambos culpables de crímenes similares, el castigo para los dos es el mismo, sin diferencia.
Otro motivo de orgullo es el hecho, no mencionado en las noticias, de quienes son los tres jueces de la Corte Suprema que confirmaron el veredicto. Uno es árabe cristiano, y los otros dos son mujeres.
En ningún otro país en el Medio Oriente, y en muy pocos países en el resto del mundo, un miembro de una comunidad minoritaria y dos mujeres podrían llegar a una posición que les permita juzgar a un ex Presidente.
Estoy dispuesto a apostar un millón a uno que este ejemplo de democracia no se mencionará en la próxima celebración de la Semana del Apartheid Israelí.
Enviado por Raúl Reuben Vaich desde Israel
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