La noticia del fallo de la Corte Suprema de EE.UU. que obliga a la Argentina a desembolsar alrededor de 1500 millones de dólares a fin de mes, (además de todas las obligaciones que podrían desprenderse a partir de esto) atraviesa a todas las actividades económicas. En el sector agroindustrial impacta sustancialmente justo en su talón de Aquiles: la importancia de los dólares que genera, y también de los que podría generar y no le es posible.
Cuando la masa de dólares se necesita, los ojos van directo al núcleo productivo, el que viene siendo sustento de los ingresos que no se logran por otros canales. Somos un país agroindustrial dependiente, lo cual está muy bien pero… ¿La importancia de este rol está acorde al lugar que ocupa el sector en las políticas públicas? No, en absoluto.
El Gobierno viene retaceando las posibilidades del campo con sus frenos a las exportaciones, con su falta de acompañamiento integral para que la capacidad productiva tenga su correlato en el desarrollo de infraestructura necesaria, con su presión impositiva, con su nula interacción.
La noticia llega en un año paradójico porque pese al freno de mano que ocasiona la falta de previsibilidad y la libertad comercial, este año se esperaba una súper cosecha sí, a fuerza de resistir. Pero el clima hizo de las suyas y la noticia encuentra a los cultivos con raíces encharcadas (y al ganado con las patas en el barro).
Hay muchos campos de la zona núcleo que ya estaban saturados y las lluvias de junio están duplicando (y triplicando, en algunos lugares) las medias mensuales. “Desde la madrugada del jueves 12 de junio, en sólo 48 hs, las lluvias dejaron epicentros de lluvias de 60 mm en las zonas que ya estaban con serios problemas de excesos hídricos: el sur de Santa Fe y el noreste bonaerense. Las localidades más afectadas fueron Bigand y Junín que acumularon 60 mm. Le sigue Chacabuco con registros de 47 mm y en el resto del noreste de Buenos Aries, los montos están en torno de los 40 mm.”, así lo indica el servicio GEA de la Bolsa de Comercio de Rosario.
Como describimos en los informes climáticos, y en el editorial de la semana pasada, las estimaciones sobre los cultivos se mantienen a raya con pequeños ajustes a la baja en el caso de la soja y en suba para el maíz. La incertidumbre climática que se planteaba ya está poniendo dificultades a la implantación del trigo, que venía con buenas apuestas para el inicio pero con muchas trabas luego de años de intervención y pérdida de mercados.
La cuestión de fondo es la notable pérdida de oportunidades, como bien describía a fines de 2013 el documento que realizó la CEEA sobre el potencial del sector. Hay en este una gran disociación: la apuesta permanente que sigue estando vigente por parte de los productores –pese al clima, pese al Estado-; si éste se volcara a ocupar su lugar activa y positivamente hacia el ámbito productivo, ¿Cuántas más divisas podrían generarse?
Desde el sector siempre se expresó que el campo es parte de las soluciones. ¿Será momento de verlo más crudamente y virar el timón?
Fundación ATLAS 1853
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