A los interesados en el tema de las autonomías y el constituyente alternativo, le comparto este artículo, ya viejito, de hace casi 10 años, pero actual, que en su momento fue echado de menos por algunos y usado por otros para fines electoreros. Tal vez sirva de algo. Como es muy largo, no los abrumo con tanto y los remito directamente a los numerales 15 y 16. Esto con la idea de suscitar la reflexión sobre otras formas de hacer política.
Saludos.
Tumin Moneda Autónoma
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El Gobierno Federal Autónomo.
─ una propuesta para reflexionar en grupo ─
Imaginando un nuevo país
Se dibujan aquí algunas ideas para construir un nuevo país. Si usted comprendió los Elementos de la Democracia y El Tabú de la Violencia, entenderá El Gobierno Federal Autónomo: un gobierno nacional alternativo y diferente, paralelo al gobierno que hoy nos oprime. Pero un proyecto del pueblo, no de un caudillo acomodado en el poder opresivo. Se trata de que el nuevo proyecto de nación sea hecho por mexicanos de todos los sectores sociales, desde abajo. Que se presenten propuestas y se discutan. Que se complementen, se sinteticen. Que dialoguemos. Y más que propuestas, queremos poner en sus manos una provocación al debate, una llamada a imaginar el país que cada quien quiere… Sobre todo imagine usted los modos de cómo hacerle, hace mucha falta eso. De esta forma también se puede iniciar una revolución, que por cierto en México ya rechina como las ruedas de un pesado tren que se estira y despereza. Comencemos dialogando con el espejo, en la cocina, con los comités de barrio, en las comunidades de base, en los grupos parroquiales, capaz que hasta en el comité de su partido.
Los partidos nos partieron y repartieron
Nos han hecho creer que democracia significa partidos políticos, y que no hay de otra para participar en política. Muchos políticos se reflejan así en la calva de Francisco I. Madero, quien creyó inútilmente que la proliferación de los partidos solucionaría la miseria de México,
[1] al iniciar la Revolución de 1910 contra el dictador Porfirio Díaz. En ese entonces se luchó por la soberanía nacional, el reparto de tierras a los campesinos y no reelección, proclamaban. Pero pasaron cien años y el nuevo sistema se pudrió sin haber madurado. Porque avorazados se comieron verdes los frutos. Cada día la pobreza fue llenando unos pocos bolsillos que llegaron a multi
[i]millonarios. La tierra se acaparó de nuevo en manos extranjeras; ya no hay tierra que repartir, nos dicen. Los medios de producción se dieron otra vez a grandes empresarios privados: materias primas, industrias, servicios y la mano de obra mexicana, rebasando mucho lo que hizo aquel dictador. Y esto aumentó desde la década de 1980, justo con el nuevo auge de los partidos políticos, llevándonos todos al mismo derrotero. O sea que la Revolución valió madres, para decirlo más apropiadamente. La Independencia también.
Apachurrando al mexicano
En efecto, el gobierno opresor entregó los energéticos como el petróleo, gas, electricidad, biodiversidad y los mantos de agua; entregaron los medios de comunicación como teléfonos, satélites, radios y televisoras; carreteras, trenes, aviones; y los astilleros; entregaron los bancos; ejidos; ingenios; el café; aseguradoras y financiadoras; la vivienda de interés social; playas, zonas arqueológicas y lo que no hemos visto, con o sin la sonrisa de los partidos políticos. Lo que no se entregó lo aplastaron como a una lata de refresco: instituciones de postgrado, Consasupo, la industria del cine, etc. Y se dejó que muchas empresas mexicanas fueran absorbidas por transnacionales. Casi siempre violando las leyes mexicanas e internacionales, o deformándolas a favor del gran capital. Hacia allá va la privatización del Seguro Social, la educación, la seguridad pública quien sabe si también el ejército. Se abrazaron deudas con el exterior que nos enflaquecen y, en suma, el neoliberalismo de los propios gobernantes profanó nuestra patria bajo las plantas de un extraño enemigo.
Partidos políticos: la dictadura perfecta
Entonces, los partidos políticos no son la solución y sí gran parte del problema, pues no se entiende el absurdo: que a mayor “democracia” más miseria. Evidentemente el problema no es la democracia, que no la hay, sino los partidos. Porque no son lo mismo. El pueblo quiere una democracia de veras, de bienestar. En cambio los partidos, verdaderas pandillas políticas, sí que han significado miseria, presumiendo ser el camino y único camino a la democracia. Luego, a falta de alternativas, pues sí, eso tiene que ser una dictadura, siendo el sistema de partidos la verdadera “dictadura perfecta”, esa falsa democracia que arropa a un pueblo harapiento, menesteroso. Porque la dictadura perfecta, lo que se dice perfecta, no es un partido ni es el poder concentrado en un funcionario; no son los fraudes electorales, las masas aborregadas o la apatía; tampoco el poder económico de políticos y empresarios… la dictadura perfecta es todo este sistema. Dicho deportivamente: no son los equipos lo que está mal, ni los jugadores o el árbitro ni los espectadores, la cancha, el balón… ¡el juego mismo está equivocado!
El sistema perverso
Votos “útiles” e inútiles lo alimentan. Este sistema de partidos que divide pueblos, comunidades y hasta familias, generando fraudes electorales ambiciones competencia e individualismos acaparamiento de la riqueza envidias y egoísmos soberbia asesinatos discriminación así como todo tipo de corrupciones complicidades venganzas y traiciones de todo tipo que incluyen a la patria, no puede tener un apellido que no sea perverso.
[2] Perversidad que rebasa lo electoral e inunda los tres poderes de gobierno en todos los niveles. Si usted abre su diccionario encontrará perversión: corrupción de costumbres; modificación patológica de las tendencias afectivas y éticas normales, que se traduce en comportamientos extraños, inmorales y antisociales. Es ese sistema de derecha, inútil a la patria, basado en buscar el bien personal mediante la ley del más fuerte, la ley animal. De aquí las tantas desigualdades que han convertido al ser humano en pordiosero al tiempo que un zopilote o un perro callejero viven más dignamente. Dicho botánicamente, a cada árbol se le conoce por su fruto; y un gobierno de izquierda aborta en un sistema contrario.
[3]La “paz social”
No es todo. Miles de niños mueren de hambre cada día y ¡se habla de paz social! Millones de mexicanos se hayan gravemente heridos de pobreza, no tienen empleo o no ganan siquiera 20 pesos diarios para el alimento de su familia, mucho menos para consultas y medicinas o para renta luz gas colegiaturas uniformes libros los pasajes del camión… no se diga teléfono, un funeral o aquella costosa cirugía. ¿Cómo le hacen? Sólo tienen una opción, las promesas de los partidos y la consiguiente pobreza que degenera en migración, alcoholismo, desintegración familiar, vandalismo… Todo, fertilizado con la droga gubernamental que va mucho más allá de los fármacos: el opio del fútbol y las novelas por televisión; el opio de la lotería y los pronósticos deportivos; múltiples religiones, horóscopos y toda esperanza que mantenga al pueblo sentado, dormido, esperando el beneficio personal o hincado a la resignación. Es que la dictadura es lo que es: se impone de tal modo y con tal represión que no parece posible otro camino. Entonces, el miedo y la impotencia suben del corazón a la cabeza y se traducen en no se puede; así son las cosas; así quiere Dios… la dichosa “paz social”.
Sin diputados
Es necesario, entonces, que la sociedad civil diseñe un sistema diferente, opuesto. Los partidos no lo van a hacer, ni los diputados ni nadie acomodado en el sistema que nos domina, pues no se ven afectados por las injusticias. El razonamiento es sencillo: ellos no van a cambiar el sistema ni se van a quitar, hay que quitarlos. Esa es la lucha nacional. Así, al excluir la vía parlamentaria con sus diputados, la ilegalidad es la primera característica natural y muy bella de ese nuevo sistema netamente revolucionario, reducido a dos vías: la armada y la autonómica, cuya elección se debate en un escándalo si no se entiende que la opresión se halla tras el tabú de la violencia, y que sendos caminos son violentos al contravenir las leyes del poder opresor.
[4] De hecho, varios grupos rebeldes de este país usan ambas vías: la autonómica para cambiar las cosas, y la armada, como retaguardia que ahuyenta las agresiones en su contra.
La violencia de la autonomía
Aquí sólo veremos la vía autonómica de ese nuevo sistema llamado Gobierno Federal Autónomo. Decimos gobierno porque camina por la vía de los hechos. Federal porque es para todos los pueblos de la república. Y autónomo porque se vale de sí mismo, violando las leyes de la opresión para no depender de diputados ni de partidos políticos. Se trata de construir nuevas leyes, otras autoridades y una cultura del bien común que renueve el país por medio de las autonomías locales, que son la base del cambio en México y que tanto incluyen municipios rebeldes como regiones autónomas, redes de economía solidaria, luchas contra el neoliberalismo, etc. Se trata, pues, de un respaldo nacional a todo eso. Se busca un justo reparto de la riqueza, modelos económicos de verdadero desarrollo social y hasta nuevas relaciones internacionales. En resumen, todo lo contrario al gobierno que hoy nos apachurra “en paz”. Pero no sólo es de imaginar un nuevo México─que sería buen avance─ sino la violencia de vivirlo.
La vía armada
La autonomía significará un gobierno paralelo al oficial, sin que se necesite desplazarlo de inmediato por la fuerza. Eso sí, buscará que la derecha pase a segundo término hasta reducirla a un simple acnecito en la piel de la Tierra, o un adorno humano de mal gusto. La vía de las armas no se rechaza, pero lleva otro camino que no necesariamente ha de terminar en sangre. Si ahora se descarta es por la superioridad de la fuerza opresora y a falta de un plan popular. De cualquier forma, el Gobierno Federal Autónomo debe apoyar a los grupos armados existentes, primera reserva militar de la nueva nación. Pero se quiere que las armas funcionen más como escudo que de bayoneta. Serán como un botiquín de medicinas que no se espera necesitar, sólo para emergencias. Con todo, el pueblo mexicano deberá armarse para defender su territorio ante posibles invasiones de los extranjeros que vean afectados sus intereses neoliberales ─como los Estados Unidos y el anticristo que los dirige─, pensando en estrategias para enfrentarlos.
Un solo objetivo
Muchos movimientos sociales no avanzan porque sus pliegos petitorios incluyen las demandas particulares de cada grupo o comunidad. Y así andan por las ramas pues van a los efectos del sistema, no a la causa de las necesidades. Unos piden escuela otros camino, una parcela o una clínica, una caseta de vigilancia otros un proyecto productivo, liberación de presos, etc. Lo que ha permitido al gobierno dividirlos y manejarlos por separado para responder sólo a la minoría que le convenga. A unos les da poco, a otros muy poco, o nada; y quienes algo recibieron abandonan el movimiento porque no les interesan las otras peticiones, o por miedo a perder lo conseguido. Derrumbándose la unidad. En el Gobierno Federal Autónomo no es así porque es el único objetivo, que lo engloba todo, desconociendo al sistema opresor raíz de todos los problemas. Esto significa la renuncia a nuestras demandas particulares, y lo facilita, para sumarnos al nuevo proyecto de nación. Ajá, el grano puede salvarse, pero si muere en la tierra da mucho fruto.
[5]Se requieren “locos imprudentes”
Se requieren compañeros ciertos de que las vías jurídica y parlamentaria han estado cerradas al bien común, como lo cuenta detalladamente la historia. No debemos repetir que el cambio sólo lo verán los nietos de nuestros nietos pues esto nos ha llevado invariablemente a la parálisis social. Necesitamos aprender del pasado y de otras experiencias, convencidos de que los frutos se pueden empezar a ver ya. No toda una vida para darnos cuenta de que el gobierno ni nos ve ni nos oye ni siquiera nos recibe, porque la siguiente generación seguirá este cuento de nunca acabar. Y pues hay quienes llevan más de quinientos años esperando y no han visto nada. Se debe romper ese círculo vicioso. Pero hacen falta esos “locos imprudentes” que no los entiende la conciencia adormecida ni la perversa. Ya no esperemos todas las condiciones necesarias que nunca llegan... ¡a crearlas! Eso hicieron los insurgentes y revolucionarios de nuestra historia en aquella “paz social” que hacía incomprensible cualquier rebeldía popular. Eso hacen los zapatistas y otros pueblos indígenas con sus autonomías.
El cuerpo del delito
Estos actores sociales saldrán de las organizaciones civiles, de los sindicatos y las alianzas campesinas, las escuelas, de los barrios populares, colonias y comunidades rurales... Todos a legislar, a preparar autoridades y vivir de otra manera. Porque una de las principales demandas sociales ha sido precisamente una nueva constitución política que organice a la sociedad de forma más justa. ¿Cuáles serán las primeras leyes? ¿Cuáles las primeras autoridades? ¿Cómo serían los modos de proceder? Lo definirán los diferentes foros y congresos creados para este fin, en mesas de trabajo que reflejen las prioridades nacionales. Mire usted que ya saltan a la vista artículos constitucionales urgidos de la revolución ciudadana, así como posibles autoridades rebeldes y algunos caminos a seguir. Ya no se delegue la soberanía a una superpandilla de diputados y demás funcionarios que son el verdadero cuerpo del delito, delincuentes incluso de sus propias leyes.
¿Qué hacer con la gente de los partidos?
No faltará gente del PRD y demás pandillas políticas que quiera participar en el Gobierno Federal Autónomo, ya sea para desbaratar el movimiento, ganarse simpatías, porque confunden izquierda con derecha o porque sinceramente encontraron una mejor opción. No se les debe impedir, pero tampoco confiar puestos importantes, pues se ignora hasta donde tienen enraizadas las prácticas partidistas que puedan entorpecer la revolución, como serían los protagonismos o Dios sabe qué intenciones; y pues se trata de hacer algo distinto. Serían uno más del pueblo rebelde. Y en todo caso, sirve mucho renunciar por escrito a la militancia partidista, públicamente, o alguna otra medida que signifique una especie de purificación, renacimiento político o recuperación de la dignidad, como quien toma protesta. Acaso todos debamos hacer algo así para evitar humillaciones y, es que alguien puro no lo hay. Por otro lado, a los funcionarios de gobierno no se les puede exigir una renuncia a su trabajo, pero tampoco confiarles de igual manera ─a menos, quizá, que en efecto renunciaran─, pues está difícil servir a dos amos.
Una nueva constitución
De seguro habrá súbitas iniciativas para artículos fundamentales como el 2º constitucional, de los indígenas; o el 3º de la educación; el 27º de la propiedad pública y privada; el 39º y el 41º que tratan la soberanía popular y el aspecto electoral; o el 115º sobre los municipios; el 123º del trabajo; el 130º de la relación con la iglesia; etc. O bien iniciativas para temas o capítulos enteros como las garantías individuales, los distintos poderes, las funciones públicas, los estados, etc. No faltarán especialistas con visión social entre los maestros, electricistas, obreros, médicos, abogados… sectores que pueden organizarse para elaborar propuestas de ley en temas que les competen, llevadas después a un congreso constituyente, autónomo y revolucionario. Es cosa de enderezar el rumbo, porque las constituciones de nuestra historia se hicieron para reconstruir la sociedad y combatir lo que ahora nos ahoga: la soberanía perdida, el acaparamiento de la riqueza, el poder absoluto en pocas manos. A rejuvenecer la nación, pues, como reflorece la primavera o los animales cambian de piel, como el alcohólico que rehace su vida. La naturaleza se renueva y renace también entre los seres humanos.
El Congreso Autónomo Constituyente
El Congreso Autónomo Constituyente se forma con autoridades nombradas por los ciudadanos y organizaciones adheridos al Gobierno Federal Autónomo, representando regiones o bien organizaciones, sectores sociales, pueblos o grupos étnicos según se pueda iniciar. Los congresistas recibirán las propuestas de cada sector social, propondrán cambios si es necesario, solicitarán la aprobación de los demás sectores que legislen otras materias y les darán la forma de una ley que entienda cualquiera que arrastre la mirada en ella. Después, cuando se tenga pleno poder y recursos, dichas aprobaciones podrían ser en los estados, regiones o distritos representados en el Congreso. Sólo a falta de iniciativas los congresistas legislarían en determinada materia, pero aprobándose de igual forma. Y al menos por el momento asumirían las funciones de los ahora senadores. Entonces la gran diferencia con el congreso opresor es que el Congreso Autónomo no es el principal responsable de hacer las leyes, sino que depende de las bases y sirve más de articulador. Además, en su calidad de Asamblea General de la nación, representa la máxima autoridad y no hay otro poder que se le iguale ─como era en las constituciones de 1814 (Apatzingán), 1824 y 1857─; nada del “equilibrio de poderes” que tanto pelean hoy.
[6]Sub-Congresos temáticos o regionales
Cada sector social puede elaborar sus iniciativas en sub-congresos nacionales abiertos; y una vez aprobadas por los demás sectores, legislarán los reglamentos que faciliten la práctica de esas nuevas leyes. Son las leyes de la desobediencia civil frente a un gobierno represor. Estos sub-congresos pueden ser en cualquier centro de la república, con un mínimo de representaciones regionales. Por ejemplo los maestros de todo el país pueden legislar el tema de educación, organizando un sub-congreso nacional en, digamos Aguascalientes. Luego el Congreso hará sus observaciones y mandará esa iniciativa a los electricistas que legislan los bienes de la nación ─por decir algo─ para que den su visto bueno; o a distritos regionales si hubiere, cuidando que los congresistas se limiten a coordinar el trabajo de las bases y se lleven los resultados al Congreso Autónomo Constituyente; esto es, que manden obedeciendo. Que uno pueda decir ah chingao, estos canijos sí nos representan. Así se podrá hablar de un poder del estado, no de una pandilla de falsos políticos que deciden por el pueblo.
El nuevo poder ejecutivo
El poder ejecutivo ejecuta. Obedece lo que el pueblo manda para satisfacer las necesidades de la gente. Administra los recursos humanos, materiales y financieros cumpliendo eficazmente y con eficiencia. Sus integrantes deben ser prácticos, responsables, honestos. Y en un Gobierno Federal Autónomo que comienza con pocos recursos, habrá que nombrar aquellos que administren aunque sea un peso. Sus áreas o secretarías de trabajo serían definidas por el Congreso Autónomo, que también nombrará a los responsables y a su Coordinador Ejecutivo
[7] ─usualmente llamado presidente de la república─: nadie de su confianza, porque esto se traduce en corrupción y complicidades. Y la máxima autoridad entre estos ejecutores será (después del Congreso) la junta de gobierno que ellos mismos establezcan para las decisiones importantes. De modo que el coordinador es uno más y tiene el mismo nivel jerárquico; incluso podría rotarse periódicamente con el resto del equipo.
Aquí se construye…
Este nuevo poder ejecutivo podría comenzar por ejemplo con brigadas voluntarias de atención médica, alfabetización o sencillos hospitales populares; radios comunitarias y consultas de planeación aunadas a campañas de firmas; faenas para caminos; universidades indígenas o bibliotecas públicas; nacionalización simbólica de los bancos, bancos de ahorro popular y vales de papel moneda alternativo
[8]; transporte colectivo con vehículos particulares; comedores sociales; tianguis de economía solidaria o centros de abasto, comercio justo tanto como campañas de consumo responsable y boicot a transnacionales; desconocimiento de toda patente o propiedad intelectual y talleres de agricultura orgánica; un Diario Oficial Autónomo; un ejército ciudadano con armas simbólicas; despachos jurídicos solidarios así como registro civil de nacimientos, matrimonios y defunciones; y censos; expedición provisional de títulos, escrituras y credenciales de identificación mexicana; solidaridad en emergencia; cancelación de la deuda externa, embajadores en el extranjero no sin alianzas con las naciones pobres y ¡con otros gobiernos autónomos de América Latina! Por supuesto se invitaría a las organizaciones no gubernamentales a que ofrezcan sus actividades como parte del nuevo Gobierno. Ah, y en cada caso algo que diga, Aquí se construye el Gobierno Federal Autónomo.
El nuevo poder judicial
El poder judicial vigila y sanciona para que se cumpla la ley en el gobierno y en la sociedad, solucionando las controversias. La Suprema Corte de Justicia, su máxima autoridad, podría integrarse por un representante de cada estado, es decir 33 en vez de 11, y el congreso vigilaría sus funciones. Pero que no duren quince años, sólo seis como en la Constitución de 1857.
[9] Pueden comenzar sus actividades de manera simbólica: sancionando a los corruptos que hoy se encuentran en el poder con multas, cárcel, exilio… organizando juicios públicos; con órdenes de aprehensión también simbólicas o liberando asimismo a los presos políticos en cada cárcel del país; etc. Y de seguro el pueblo le ordenará un sistema judicial más justo, que por ejemplo sólo detenga a personas de culpabilidad comprobada, siendo innecesarios los amparos y las fianzas que tanto protegen a los poderosos so pena de pobres e inocentes; o digamos que nadie goce de fuero para protegerse de la justicia, como decían las Leyes de Reforma de 1857.
[10] Importa, pues, ensayar la realidad.
De los estados y municipios
En los estados se puede avanzar también, nombrando de similar forma sus tres poderes de gobierno autónomo; aunque los jueces podrían ser al igual que el Congreso Autónomo Constituyente, uno por distrito. Y lo mismo en los municipios: las comunidades enviarían representantes y propuestas al ayuntamiento autónomo, éste nombraría al coordinador ejecutivo y, qué estupendo la concientización que todo esto genera. Tanto los estados como los municipios y aun las comunidades podrían abarcar territorios diferentes a los actuales, siempre que la población quiera. Por ejemplo, las siete regiones de Oaxaca podrían ser cada una un estado; o en Veracruz, la Huasteca podría ser otro estado autónomo, abarcando municipios o comunidades de Tamaulipas, Hidalgo, San Luis Potosí y hasta de Querétaro. Inclusive podrían elegirse otras capitales. Lo importante es que haya autoridades autónomas que ejecutan acciones concretas por sencillas o simbólicas que sean, desconociendo las autoridades oficiales del gobierno opresor; un ejemplo lo dieron los zapatistas en Chiapas con Amado Avendaño (…), Gobernador en Rebeldía.
Funcionarios voluntarios
Aunque se formase un Banco Central Autónomo con aportaciones ciudadanas, el trabajo revolucionario no debe ser pagado a nadie mientras se trate de un gobierno paralelo que aún no controla los recursos públicos. Y cuando los controle, hay propuestas de que ningún funcionario ─incluido el coordinador del ejecutivo─ reciba más pago que un obrero calificado,
[11] es decir, menos de diez mil pesos mensuales, más o menos. Esto debe acordase cuanto antes ya que suprime el botín legal, causa primera de la competencia por el poder opresor. Es un primer filtro para que no estorben los ambiciosos que buscan el beneficio personal. Así, quienes acepten los puestos públicos tendrían clara vocación revolucionaria y de servicio, dejando de ser inmoral toda aspiración a dichos puestos como hasta ahora es. Y como el nuevo gobierno aspira al pleno empleo con salarios dignos para todos, ser funcionario público será de veras un cargo y no un premio o un privilegio. Además, cualquier capacidad para desempeñar tales funciones no será motivo de reconocimientos especiales, sino una obligación ciudadana de servir. Nada de que yo estudie, yo hago o yo luché tanto que merezco más.
Cinco panes y dos peces
Así que los revolucionarios no sólo trabajarán voluntariamente, además financiarán con trabajo, bienes o dinero la construcción del Gobierno Federal Autónomo según puedan. El que más tenga, más aportará conocimientos, experiencias o recursos de cualquier índole, sólo deseando la construcción de un país nuevo, de un nuevo mundo; y todas las cosas creadas sobre la faz de nuestra tierra serán para este servicio de justicia y fraternidad. Nada de apoyos del gobierno represor ni de gobierno extranjero. Bien recibidos serán en cambio los apoyos ciudadanos de México y el mundo, incluyendo préstamos que pagaremos cuando se controle la hacienda pública, como se quiso en 1910.
[12] Toda aportación de los ricos será agradecida aunque fuere una migaja, puesto que no pueden hacer más. La gente contenta podrá anotarse como promotor voluntario en las comisiones autónomas de gobierno. Los extranjeros residentes en México y solidarios con esta revolución se considerarían mexicanos, aunque sin asumir cargos públicos. Y en el momento oportuno, se confiscarán todos los bienes de la nación al gobierno opresor, a los empresarios monopolistas y a las empresas extranjeras. Una nueva distribución de la riqueza habrá.
Incautación de los bienes nacionales
Serán propiedad de la nación autónoma los bancos, la industria energética, las comunicaciones y todo lo estratégico, incluyendo las fuentes de materia prima, principalmente las agrícolas. Todos estos medios de producción que se hallen acaparados por una élite empresarial, serán incautados sin indemnización ya que han ocasionado la miseria de millones de mexicanos y el atraso social, negociando a espaldas del pueblo o traicionando la patria en pos de beneficios personales, corrompiendo leyes y autoridades.
[13] Serán además privados de su libertad, recibiendo empero un oficio con salario digno para que mantengan a su familia. Más que castigo, será una prevención a fin de que no entorpezcan el desarrollo social. Y la pena de muerte que ahora reza el artículo 22 constitucional será abolida para su buena suerte. Quienes entreguen sus bienes al Gobierno Federal Autónomo, quedarán libres incluyendo los narcotraficantes, a quienes se les invita a financiar así esta revolución a cambio de su libertad. Sólo en casos especiales se indemnizarán los bienes nacionales con la tercera parte de lo que pagaron por ellos. Así las cosas, decía Zapata, para que se mejore en todo la falta de prosperidad y bienestar de los mexicanos.
[14]
La relación con la iglesia
Las distintas iglesias también serán juzgadas por su papel en esta revolución, y lo mismo se les invita a impulsar la victoria secundando a los padres de nuestra Independencia como Miguel Hidalgo, José María Morelos, Ignacio López Rayón, Mariano Matamoros, José Sixto Verduzco, José María Cos… todos ellos sacerdotes del “bajo” clero, cuyos tesoros eran los pobres. Vaya, agradarán al gobierno autónomo las iglesias que NO fomenten la competencia, el individualismo, la apatía política, la resignación a la suerte de miseria, la obediencia a las falsas autoridades, la justicia en otra vida o todo lo que se considere opio y enajenación del pueblo. Queremos que repitan lo que dijo Hidalgo: A la independencia de México yo la vi en el evangelio. Que exhorten al gobierno a cesar la represión como hizo Monseñor Romero en El Salvador. Queremos iglesias cuyos estandartes enarbolen la liberación popular, como hicieron con la virgen de Guadalupe dichos padres de la patria. Iglesias insurgentes de la religión que sea, no del hombro con los opresores que se corroen y apolillan sino con los pobres. Así que no caerá en gracia la iglesia enraizada con los ricos que aborrezca la revolución traicionando el evangelio.
[15] Ni serán agradables las sectas infiltradas al país para ocasionar ruptura social y división entre los mexicanos.
No más acaparamiento del capital
El nuevo gobierno desbaratará todos aquellos mecanismos del sistema capitalista que causan la concentración de la riqueza en pocas manos, tales como: El DESPOJO, inicio de la acumulación capitalista (eche un ojo a la historia). El sistema de COMPETENCIA que desplaza al más débil: individualismo, libertad irresponsable, riqueza sin límites (y pobreza sin límites). MEDIOS DE PRODUCCIÓN en pocas manos. RENTA DE BIENES Y SERVICIOS: gente con muchas propiedades cobra sin trabajar. INTERESES sobre créditos o préstamos. ANATOCISMO: intereses sobre intereses. Ciertas HERENCIAS y traspasos. BAJOS SALARIOS, en especial al campesino y al obrero. PLUSVALÍA o ganancias del empresario gracias a precios injustos. Más UTILIDADES o ganancias a los mayores accionistas. ECONOMÍAS DE ESCALA: producción masiva cuyos bajos costos eliminan a pequeños productores. PRODUCTOS MAL PAGADOS, en especial del campo. Exceso de INTERMEDIARIOS o comerciantes entre productor y consumidor. CONSUMISMO, casi siempre superfluo. LUCRO de acciones en el mercado bursátil (bolsa de valores). Cobro de REGALÍAS o derechos de patente. MONOPOLIO en producción y comercio, en especial de productos estratégicos. Cómo marea todo esto. SUBSIDIOS Y FACILIDADES a grandes empresarios. PRIVATIZACIÓN de servicios públicos. IMPUESTOS INJUSTOS y EVASIÓN FISCAL de grandes empresarios. GASTO SOCIAL a beneficio de proyectos capitalistas como el Plan Puebla-Panamá. LEYES INJUSTAS que favorecen la lucha de clases y la desigualdad. VIOLACIÓN A LAS LEYES en pactos sociales y logros de los trabajadores, en sus principios éticos, etc. FUERZA PÚBLICA que reprime la protesta social y protege el robo capitalista. CORRUPCIÓN con el presupuesto: peculado, desviación de recursos, nepotismo; y administración arbitraria de la justicia. PRIVILEGIOS a altos funcionarios: grandes sueldos y prestaciones, bonos y gratificaciones, aguinaldos, adjudicación de contratos, fuero e impunidad, etc. DEUDA EXTERNA e intereses pagados con recursos naturales y soberanía (políticas públicas). TRATADOS INTERNACIONALES injustos: desiguales, impositivos, sin consulta. GUERRAS provocadas por invasores: despojo de bienes; concesiones exclusivas de inversión en armamento, reconstrucción, alimentos. JUEGOS DE AZAR: Loterías, rifas, casinos. IDEOLOGÍA INDIVIDUALISTA: culto al amor propio y a la superación personal, al poder de la mente, a la personalidad y a la salvación individual; desconfianza del otro; ser “original”, el mejor; etc.
Nuevo reparto de la riqueza
Una de las estrategias para distribuir mejor la riqueza nacional será promover cooperativas en lugar de las organizaciones capitalistas llamadas “Sociedad Anónima”. Así, con buena supervisión y asesoría, se repartirán los ingresos más equitativamente y de forma automática entre los trabajadores, según la cantidad de trabajo realizado sin importar su tipo; porque todos los participantes serán dueños de la empresa y, qué padre, todos los trabajos serán igualmente dignos. La actual Ley Federal del Trabajo pasará a los museos si bien le va. No hay patrón, no hay chalanes ni necesidad de sindicatos. No hay jerarquías económicas ni valen para ello títulos de ningún tipo, todos parejos. Que los tabuladores de sueldos no motiven envidias y ambiciones entre los servidores públicos; que la diferencia entre el salario mínimo y el máximo ─si no puede evitarse─ no rebase el cincuenta por ciento, es decir, si el mínimo fuera de 100 pesos, el máximo sería de 150; pero de preferencia que esa desigualdad sea porque trabajan más, no por el tipo de responsabilidad o de trabajo.
Desigualdades hasta cierto punto
Desde luego el nuevo Estado no impedirá las desigualdades fruto del esfuerzo, como es el mayor trabajo, el sacrificio, el ahorro o debido a que un trabajador deba mantener una numerosa familia restringiendo comodidades y consumo ─lo cual será responsabilidad de su propia planificación familiar─. Sin embargo, el nuevo orden económico pondrá límites a la pobreza y a la riqueza como lo soñaba Morelos,
[16] evitando toda pobreza extrema y toda acumulación excesiva de capital. Que ninguna familia carezca de empleo o necesite más de un salario para sus necesidades básicas de vivienda, transporte, alimentación, salud, vestido, educación, recreación, etc. Que los jóvenes tengan asegurado un empleo al formar una familia. Que toda persona en la república goce de Seguro Social y atención médica de primera calidad. Y que nadie se exceda en lo superfluo si ocasiona pobrezas a los demás, directa o indirectamente.
Cómo empezar
Aunque la revolución del nuevo gobierno inició por lo menos desde el año 2000, con el hartazgo ciudadano, es tarea del Gobierno Autónomo encauzar esa energía social hacia un verdadero cambio. La sociedad civil ya emprende iniciativas que se articulan a nivel nacional en cierto modo, como los municipios y regiones autónomas, las alianzas obreras y campesinas, los distintos frentes y promotoras, etc., eslabones todos de la cadena que atará al neoliberalismo en México. Será necesario convocar a las organizaciones de la sociedad civil en rebeldía, a fin de diseñar juntos una consulta y un primer Congreso Autónomo Constituyente, provisional, cuya asamblea establecerá en una Acta Constitutiva las principios fundamentales (apoyados en dicha consulta), y elaborará una agenda inmediata de trabajo para los primeros representantes, a quienes dará posesión en la continuidad del Gobierno Federal Autónomo; ellos deberán tener un de mínimo respaldo popular y organizativo que les pueda enviar las primeras iniciativas de ley. Conviene que esto sea antes de las elecciones del 2006 para no entrar en competencias. Poco a poco la revolución arrebatará la soberanía al congreso opresor, devolviendo a los diputados las leyes de los diputados, y dando al pueblo lo que es del pueblo.
Posible consulta
El Gobierno Federal Autónomo caminaría preguntando como los zapatistas. Algunas preguntas para consultar pueden ser:1) Considerando el rumbo al precipicio que lleva nuestro gobierno, ¿está usted de acuerdo en que se necesita un Gobierno Federal Autónomo para cambiar de camino? 2) Considerando que los partidos políticos han causado división y desigualdades al pueblo mexicano, ¿está usted de acuerdo en evitar los mecanismos de competencia política? 3)Considerando que la competencia se ha dado principalmente por la ambición de poder y riquezas, ¿está usted de acuerdo en que los salarios de los funcionarios en un Gobierno Federal Autónomo no provoquen la ambición ni la envidia? 4)Considerando que las leyes que nos gobiernan no han sido diseñadas por el pueblo, ¿está usted de acuerdo en que las leyes injustas sean abolidas tanto como las injusticias que han provocado? 5) Considerando que nuestros actuales funcionarios representan a los grandes capitalistas de un gobierno opresor, ¿está usted de acuerdo en que se nombren verdaderos representantes populares que no sean funcionarios de gobierno ni de partido? Desde luego se caminará con aquellos que respondan sí, la revolución no pide permiso.
La violencia del uniforme
El uniforme de los revolucionarios de Francisco I. Madero era un listón tricolor
[17] que lo mismo convendría a los participantes del Gobierno Federal Autónomo; o bien algún otro distintivo fácil de ponerse que se pueda llevar siempre al trabajo o a la escuela, al templo, al parque, al cine. Así de fácil como un listón a la izquierda, donde está el corazón y el sentido de la lucha. Y puede ser asimismo tricolor para recuperar lo que fue usurpado, ultrajado y prostituido por el PRI; o digamos blanco, para decir que buscamos la paz. Esto dará al militante un compromiso, una identificación social, y él encontrará en quien lo porte un hermano solidario. Sólo portarlo es una osadía, un desafío, un ultimátum para el gobierno opresor. Pero será el trabajo revolucionario lo que distinga del infiltrado al verdadero militante. Es que no se trata de una organización cerrada o clandestina sino muy abierta, y al crecer el número de listones por todos los estados quizá los gobernantes huyan sin necesidad de mayor violencia. O tal vez no tan pronto, pero de que se van, se van.
México. Enero del 2005
1 Cfr. Francisco I. MADERO, La sucesión presidencial en 1910.
2 Desde la Revolución de Ayutla que derrocó al dictador Santa Anna en 1855, se advertía con tristeza la división que causan los partidos a un pueblo, y eso que sólo había dos: el Conservador (monárquico) y el Liberal (republicano). Mas aquello no era todavía un sistema de partidos organizado a propósito, sino fruto natural de las luchas de independencia que continuaron después de 1821 entre centralistas y federalistas. Cfr. Plan de Ayutla, 1854, 5º considerando.
3 Ver Elementos de la Democracia, numerales 2, 3, 4.
4 Ver El Tabú de la Violencia, numerales 2, 4, 5, 6.
5 Cfr. Jn 12, 24.
6 Cfr. Emilio RABASA, La Evolución Constitucional de México, 1920, UNAM, 1ª Ed. México, 2004, Cap. 3,5 y 6.
7 Los funcionarios del ejecutivo dependieron del Congreso legislativo, pero Porfirio Díaz propondría después que no fuera así, en el Plan de la Noria de 1871; y ya como dictador fue dando al ejecutivo más atribuciones, generándose una guerra de poderes. Cfr. Constitución de 1857, artículos 72. 85, 103 y 105. Cfr. Plan de Ayutla, artículo 5º.
8 Ver Luis LOPEZLLERA; “Renacen símbolos de valor social”, en Dinero Comunitario en México, Ed. La otra bolsa de valores, México, 2000, P. 62.
9 Aquel criterio para ampliar la duración de los jueces, todavía lo escuchamos entre políticos e intelectuales: hacer atractivo el puesto a los ilustrados. Cfr. Ricardo GARCÏA Granados. La Constitución de 1857 y las Leyes de Reforma, 1906. UNAM, México, 2001. Cap. IV, p. 47.
10 Cfr. Benito JUÁREZ G., “Ley Juárez”, de la Constitución de 1857.
11 Promotora Nacional contra el Neoliberalismo; Primer Diálogo Nacional por un nuevo proyecto de nación, con libertad, justicia y democracia; Mesa 3) Nuevos modelos de democracia. México, D. F. 27-sep-2004.
12 Cfr. MADERO, Op. Cit., artículo 11.
13 Cfr. Porfirio DÍAZ, Plan de Tuxtepec, considerandos;1876.
14 Cfr. Emiliano ZAPATA, Plan de Ayala, 1911, Artículo 7º.
15 Cfr. Lc 16, 13. Más aún, la iglesia católica no tendría calidad moral para reprochar cualquier violencia de este Gobierno Federal Autónomo, ahí está la historia para decírselo: las cruzadas, la inquisición y la contrainsurgencia española, la Guerra de Reforma, los cristeros… Porque si le ha valido defender sus privilegios y sus poderes exclusivos mediante las armas, más legítima es la lucha de un pueblo por el bien común.
16 Cfr. José María MORELOS, Sentimientos de la Nación, Chilpancingo, 1813. Numeral 15.
17 Cfr. Francisco I. MADERO, Plan de San Luis; 1910, transitorio D.
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