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Argen/zuela y Vene/tina - Por Enrique Guillermo Avogadro


"Cuando la injusticia se convierte en ley, la rebelión se convierte en un deber" 
Thomas Jefferson
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El Pajarico Chitico, despreciando toda institucionalidad y a contramano de lo que dispone la propia Constitución sancionada por Hugo Chávez, mantuvo su cargo como Vicepresidente después de la muerte de aquél, fue a Cuba a firmar un trascendental acuerdo con la dictadura castrista y, finalmente, se consagró Presidente en una fraudulenta elección. A partir de allí, se hizo de los poderes judicial y legislativo, de la mayoría de los cargos en los distintos estados y alcaidías, y comenzó una exitosa campaña para silenciar a la oposición y a la prensa libre.

Pero la torpeza del régimen y su gigantesca corrupción desplomó la producción de petróleo y gas y hoy sus aún monumentales ventas a los Estados Unidos no le permiten importar los alimentos y los medicamentos necesarios para satisfacer las más elementales necesidades de su pueblo; con la inflación más alta del mundo, Venezuela soporta una diferencia cambiaria sideral entre sus mercados oficial y blue. Ante la protesta social, encabezada por los estudiantes, militarizó totalmente a la administración pública y creó distintas organizaciones armadas que asuelan los barrios y comunas atemorizando y hasta matando a los opositores.

Así, el régimen no parece tener otro destino que parecerse, cada vez más a Cuba, cuyos vetustos líderes necesitan, como de la sangre misma, del enorme oleoducto virtual mediante el cual Caracas le suministra gas y petróleo por más de US$ 10.000 millones anuales. Sin ese masivo apoyo, los Castro verían naufragar definitivamente su "paraíso"; es por ello que, en defensa propia, contribuyen con más de sesenta mil "asesores" armados a sostener a esta tristísima Venezuela actual, muchos de los cuales integran las fuerzas armadas y los grupos parapoliciales que asesinan a mansalva.

El pueblo venezolano, mucho más aguerrido y comprometido que el argentino, está poniendo toda su carne, literalmente, al asador del chavismo, y ya la luctuosa cuenta llega a los once muertos y más de setecientos heridos; a la violencia y a la inseguridad cotidianas -en Caracas se producen más homicidios que en Bagdad-, ahora se suma la represión a la protesta que, con seguridad, seguirá engrosando ese penoso balance.

El otro aspecto que, pese a esperable, no deja de llamar la atención es el silencio en que se han sumido los organismos de falsos derechos humanos argentinos frente a la masacre de la población civil, sobre todo de estudiantes, y a los dichos del pandillero D'Elía. Demuestran así, una vez más, cuán sesgada es su posición, dependiendo de su afinidad o lejanía del régimen que los viola.

Pese a la preocupación que embarga a los argentinos por una eventual réplica local de esa forma terrible de chavismo, y a los ingentes esfuerzos que hace el kirchnerismo duro para lograrlo, debemos recordar por qué no resulta posible transpolar aquí algo similar. En primer término, porque la ciudadanía argentina no está dispuesta a ocupar diaria y masivamente las calles, sea a favor o en contra del Gobierno; segundo, porque la crisis económica aún no reviste punto de comparación y, finalmente, por esa organización militar y paramilitar que allí respalda al régimen. Debemos agradecer que, cuando disponía de poder para hacerlo, don Néstor prefirió enriquecerse y ahora su viuda, rodeada de incapaces y de ladrones, carece de los medios para triunfar.

Y aquí es donde entra una necesaria mirada sobre el Ejército y el rol de su jefe, el Espión Milani. Quien ha tenido la paciencia de seguir estas notas, sabe cuántos parecidos encuentro entre el jefe actual y Massera, ese degradado y criminal almirante que, en pos de un proyecto político personal, hizo cuanto consideró necesario -el asesinato para robar, inclusive- para crecer y concretarlo. Doña Cristina, por defender su ascenso al grado de Tte. General, ha pagado en meses recientes un costo sideral al ignorar las graves acusaciones de enriquecimiento ilícito y de violador de los derechos humanos que, en el caso de otros militares contemporáneos a éste, los han llevado a la cárcel y a la muerte.

Sin embargo, parece no percibir que ella misma es un escalón más en la elevación del Espión a la cúspide a la cual cree ser llamado por su destino, otro de los que antes fueron Garré, Puricelli, el Perro Verbitsky y hasta la propia Madre Bonafini. Debiera la Presidente recordar qué papel jugó Massera en las postrimerías de la presidencia de Isabelita Perón y, sobre todo, una de las últimas frases de Salvador ChichoAllende, poco antes del golpe de 1973 en Chile: "Llámenlo a Arturito (por Pinochet), que es un leal amigo nuestro".

Volviendo, en especial, a la muerte de otro bombero víctima del incendio del depósito de Iron Mountain, la ciudadanía debe exigir el rápido e inobjetable esclarecimiento de las circunstancias que rodearon su inicio. Debemos saber ya mismo cómo comenzó y, sobre todo, qué se quemó. No debemos permitir que la Justicia, como sucede con el crimen de Once, cuyo segundo aniversario fue conmemorado ayer con críticas gravísimas a la propia Cristina, permita que los responsables, si los hubo en el caso de Barracas, sigan libres y disfrutando de sus fortunas tan manchadas de sangre.

Como seguramente recordará, hace meses que denuncio que el Gobierno, sobre la base de las mentirosas estadísticas del INDEC, pagará a los tenedores de bonos atados al crecimiento del PBI, entre US$ 3 y 4.000 millones; si todos los bancos internacionales, los analistas independientes y las agencias que la Argentina no crecería, ¿qué otros pudieron comprar esos bonos que no fueran aquéllos que sabían que podían manipular los datos oficiales? Para mi absoluta consternación, ese pago fue confirmado el jueves, por lo cual se transformará en el último saqueo a lo que, alguna vez, fue una nación.

El llamado a la movilización cívica del 13 de marzo (#13M, en Twitter) continúa con fuerza, pero aún no se ha logrado la esencial unificación de las consignas; si no consiguiéramos tal cosa, sólo será una manifestación más, que doña Cristina (cliquear:http://vimeo.com/10675039) mirará por televisión, que no producirá efecto alguno y agudizará la frustración. Por ello, renuevo mi pedido en ese sentido a los distintos convocantes, pues ya queda muy poco tiempo para la fecha señalada. Para sostener mis dichos, basta con ver qué sucedió en Ucrania, donde las manifestaciones populares obligaron al Parlamento a destituir al Presidente y llamar a elecciones.

Esta semana nos dirá mucho acerca de qué pasará en las negociaciones paritarias. Sus resultados serán determinantes para el futuro inmediato, ya que las aisladas medidas adoptadas por el Banco Central para detener la sangría de reservas, sólo podrán extender sus efectos hasta junio y si, para entonces, el Gobierno no hubiera explicitado un plan antiinflacionario creíble (que, necesariamente, deberá incluir el reemplazo de quienes tienen a su cargo la economía), el temporal regresará con más fuerza aún.

Bs.As., 23 Feb 14
Enrique Guillermo Avogadro
Abogado
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El inexorable derrotero del fascismo populista - Por Alberto Medina Méndez


Hace tiempo que los manipuladores del discurso político se vienen ocupando de tergiversar el significado de las palabras. No es casualidad. Lo hacen con una intencionalidad inocultable.

Buena parte de la explicación de sus éxitos electorales tienen que ver con que han conseguido instalar determinadas visiones, apelando a las más elementales enseñanzas de Antonio Gramsci, pero siempre con la necesaria complicidad de la holgazanería ciudadana que opta por aceptar linealmente el adoctrinamiento que propone esa dinámica panfletaria y superficial, que se esfuma ante el primer razonamiento relativamente sensato.

Han construido una caricatura de la historia que les resulta inmensamente funcional. Así le dieron nacimiento al perverso "Socialismo del Siglo XXI" que es solo la peor combinación de marxismo y fascismo, y la empírica demostración de su innegable parentesco. Solo le han agregado ciertas aristas folklóricas para brindarle un aire más domestico y regional, bajo un formato y presentación más amigable para estas latitudes.

Estos regímenes vienen con la pretensión de quedarse. Es por ello que su impulso inicial se orientó, en casi todos los casos, a modificar sus Constituciones, para garantizarse reelecciones indefinidas o ciertos mecanismos de centralización del poder que le permitieran continuar.

Han destrozado deliberadamente la república, vulnerando la división de poderes que evita los abusos, fracturando principios básicos como el estado de derecho, la periodicidad de los mandatos y al mismo tiempo cooptando a los miembros de la justicia para asegurarse impunidad y convirtiendo a los legisladores en la virtual escribanía del mandamás de turno.

Son sistemas de gobierno autoritarios, donde el poder se concentra en una sola persona que aglutina las decisiones, como si fuera un monarca con plenos poderes y sin limitaciones, lo que siempre viene acompañado de obscenos negocios, corrupción indisimulable y un descaro difícil de ocultar.

El fascismo como sistema político tiene algunas características que le son propias y son parte de su esencia, como su totalitarismo, el desprecio por el capitalismo, un nacionalismo premeditadamente extremo y el infaltable enemigo social específico, siempre seleccionado cuidadosamente, al que se responsabiliza de todas las calamidades que se puedan padecer.

Un líder carismático siempre es el que encarna el proyecto, difundiendo el odio sobre otros, pero también montando ese imprescindible aparato de propaganda enorme que intenta convertir premisas falsas, que de tanto repetirse parezcan indiscutiblemente verdades repletas de verosimilitud.

El continente tiene en Venezuela al máximo exponente de este desarrollo, el que a medida que pasa el tiempo y sigue obtenido triunfos electorales ha profundizado su autoritarismo como así también el resto de las características de este régimen político. Las confiscaciones son cada vez más burdas y carecen de pudor, mientras las libertades se diluyen una a una, hasta desvanecerse, como parte del atropello a los derechos de forma siempre gradual, sistemática y progresiva.

Otros países del continente tienen intenciones de seguir ese recorrido y vienen haciendo los deberes como buenos alumnos, siempre con sus necesarios matices y estilos de liderazgos circunstanciales.

En realidad se trata de un sistema insostenible en el tiempo. No existe forma de sostenerlo demasiado porque cada vez precisa de mayores dosis de totalitarismo para proseguir su rumbo. El fracaso anunciado de sus políticas, los lleva a necesitar de mayor control y eso irremediablemente significa que necesitan retirar más libertades para mantenerse en el poder.

La cobardía de los primeros mandatarios del resto de las naciones es difícil de explicar. El silencio que legitima las tropelías cotidianas es difícil de comprender. Los ciudadanos del mundo ya han tomado nota de este hecho.

Lo que resulta incomprensible es la cantidad de personas que pareciendo inteligentes y bien intencionadas, lejos de los intereses del poder, bajo el pretexto de coincidir con algunas posturas demagógicas como el supuesto enfrentamiento al imperialismo y otras actitudes típicas del nacionalismo fingido, terminan avalando y aplaudiendo los despropósitos de esta época.

La lista es larga. Supresión de la libertad de expresión, represión en las calles a manifestantes que reclaman, intimidación a medios de prensa locales e internacionales, restricciones a las libertades en todas sus formas, a lo que se agrega con crueldad los ciudadanos condenados a la pobreza, al desabastecimiento y a la inflación, mientras la violencia desenfrenada provoca muertes en hechos delictivos, que a veces hasta sirven de pantalla para enmascarar persecuciones políticas.

La estrategia es clara. Quedarse en el poder a cualquier precio. Los pilares de este sistema están a la vista. Un nacionalismo político que exacerba la soberanía de la mano de un odio contra lo foráneo, un intervencionismo económico que hace estragos y destruye la riqueza a su paso, generando un paulatino empobrecimiento, una hipócrita religiosidad contradictoria con su accionar permanente y ese despiadado monopolio de la fuerza que les permite controlar militarmente cualquier manifestación ciudadana.

Sus triunfos electorales provienen de un manoseado esquema electoral. Con esos argumentos justifican cualquier decisión como si tener votos habilitara a los gobernantes a ejercer la fuerza contra sus oponentes, acallarlos, encarcelarlos, quedarse con sus propiedades y limitar sus libertades.

Lamentablemente, el final de esta historia no podrá ser color de rosas. Cuando esta farsa concluya y la disparatada aventura culmine, solo quedará una sociedad dividida, enfrentada, plagada de resentimientos, con una economía destruida cuya reconstrucción llevará mucho tiempo y esfuerzo.

Sería deseable que los mecanismos institucionales permitan ese renacimiento imprescindible, que las formas sean civilizadas y que los mezquinos intereses de los déspotas de turno no provoquen más sangre que la ya innecesariamente derramada.

Aunque sigan persistiendo en modificar la historia, acomodar el relato a sus caprichos y difundir mentiras con apariencias elegantes ya no quedan muchas dudas sobre el inexorable derrotero del fascismo populista.

LA CATÁSTROFE NACIONAL - Por Eduardo Juan Salleras


Días grises
LA CATÁSTROFE NACIONAL
Por Eduardo Juan Salleras, 18 de febrero de 2014.-
Se autoriza su publicación solamente en forma completa y nombrando la fuente.
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Días grises, de insistentes lluvias y constante humedad.
Fuertes tempestades que cobraron sus víctimas, haciendo desastres por todo el territorio.
Sin embargo, es el gobierno nacional el fenómeno que más estragos produjo a la población en esta compleja etapa estival.

El pueblo argentino se ha pasado el verano soportando tormentas eléctricas e inundaciones. Los agricultores que otrora pedían lluvias hoy rezan al cielo para que pare de llover y salga el sol de una vez por todas, instalándose por unos días, permitiendo orear los campos, los caminos y los cultivos, ya seriamente amenazados por enfermedades.

Y si bien, el oficialismo va de a poco y disimuladamente reconociendo pecados crónicos, no pide perdón por ello y sin siquiera propósito de enmienda no hay indulgencia que valga.

Sin hechos que demuestren un cambio, al menos de conducta, les será imposible seguir y cumplir el mandato.

La paciencia se terminó, solamente quedan adheridos al modelo los que comen de él, en particular, los que lo utilizan para enriquecerse y temen que, si algún día se termina esto, también pueda acabarse la impunidad… dicen que ya la están negociando, no para todos: por ahora tres es suficiente.

Si esto ocurriera, ¿cómo seguir?

No es el problema económico ni es la inflación lo grave.
Aquí una vez vino un loco y se le ocurrió patear el tablero.
Las fichas, el tapete y la mesa incluida, fueron a parar al diablo.
Nadie se acuerda dónde cayó, ni cómo colocar las piezas en su lugar y creo que ni siquiera recuerdan a qué estaban jugando.
Sin embargo, muchos aplaudieron al chiflado por su ocurrencia.

Lo grave hoy es la situación institucional en que está la Argentina, ¿Cómo recuperar el sistema republicano y el ejercicio pleno de la Constitución Nacional?

El robo de gallinas para comer se transformó en verdaderas empresas delictivas y estas con el tiempo, en narcotráfico. En el medio la trata de blancas, jóvenes desaparecidas obligadas a prostituirse para alimentar a babosos depravados, incapaces íntimamente relacionados con el poder. Nadie pide por estas desaparecidas, ni dice basta.

Mientras tanto hay jueces, fiscales y oficialistas que dicen que la justicia es para hacer política, y lo dicen sin ponerse colorados. Detrás probablemente haya gente que aplauda y todos conformes con las formas de adulación.

Es que no hay manera que un inepto pueda llegar tan lejos que no sea piropeando con absoluta obsecuencia al poderoso. Así llegaron ministros, secretarios, jueces, procuradores, fiscales… chapa y fortuna.

También están aquellos que desde su condición de barrabrava, social o deportivo, han cultivado su quintita de dinero e influencia… ¿Quién les saca ahora el caramelo de la boca?

La Argentina es hoy un país saqueado: moral, social, cultural, económica e institucionalmente.

Se ha robado mucho… si retornara todo ese dinero de los últimos 30 años a las arcas del Estado, ¡cuánta gente saldría de la pobreza! Con todo, es a los pobres a donde van destinados los discursos demagógicos, para que no pierdan la ilusión de algún día abandonar su condición. Pero, en esa alucinación en la que se basan las epístolas populistas y donde se ahogan las esperanzas de los que menos tienen, está el sustento político de los que cambian república por clientelismo, crimen organizado y narcotráfico.

Para eso es fundamental que la justicia y el “Fútbol para todos” sean una herramienta proselitista: por un lado, advierten y por el otro, mienten.

Se les acabó el tiempo, así y todo, pretenden recomponer el espacio de poder, cuando no está ahí su desgracia sino en que la gente se dio cuenta de todos sus vicios y mentiras.

La inflación, la caída de las reservas, la súper emisión monetaria, la crisis energética, la corrupción nacional (y provinciales)… son cuestiones secundarias, ciertas sí, pero no lo más grave. Si bien a muchos argentinos solamente les gustaría que le resuelvan su problema de bolsillo y que el espanto siga como quiera, lo horroroso es el daño moral e institucional que se la ha hecho al país en la última década.

Con De la Rúa solamente teníamos el problema económico con implicancias sociales y productivas, de ninguna manera estaba en juego la integridad de las entidades políticas y sociales, sin embargo, la solución propuesta, por aquel entonces, para resolver problemas puntuales fue la desestabilización y un golpe de Estado escondido detrás de revueltas populares en un marco inflacionario muy parecido a “0%”, con un INDEC independiente que decía que había crecido la desocupación.

Hoy toda la oposición se muestra cauta y moderada, como leyendo el mensaje popular: estamos podridos de la prepotencia, del mal humor y de los mensajes en cadena nacional.

Empero, para atender el verdadero mal, los que dicen ser diferentes, así hayan pertenecido al modelo, deberán mostrar decisión, arrojo, valentía, y particularmente: virtud y honorabilidad, para reencauzar la nación hacia la República, la que nunca debimos haber abandonado, ni permitido que un loco y sus discípulos la agarren a patadas.

Ese será el gran desafío, lo fundamental de un cambio… encontrar la mesa, el tablero, saber dónde va cada ficha y por sobre todo, a qué se juega y cómo.

Los días siguen grises y lluviosos, parece algo de nunca acabar…

A no perder la esperanza porque en esta vida, todo lo que empieza se termina.

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Prolongar la agonía - Por Alberto Medina Méndez



Las señales siguen confirmando el rumbo. El gobierno de Argentina se esmera en esto de ganar tiempo y hacer de esta actitud, una absoluta política de fondo. En realidad, ese es justamente su gran plan en marcha.

El oficialismo solo pretende concluir el actual mandato constitucional con el menor daño político posible. No le interesa, en lo más mínimo, los padecimientos por los que la sociedad deba transitar, ni mucho menos aún, lograr los objetivos que recita en ese relato retorcido que ha fabricado con dedicación y que se ha convertido en su propio callejón sin salida.

En el mientras tanto, intentará negociar las mejores condiciones de impunidad para la mayor cantidad de integrantes de su tropa partidaria y si complementariamente puede producir un milagro político, pondrán empeño para promover al candidato más amigable para sucederlos luego de esta etapa nefasta signada por la degradación moral.

Ya han demostrado que solo pueden conducir la nave con viento favorable y cuantiosos recursos. Se han ocupado de dilapidar una de las mejores oportunidades que ha tenido este país en su breve historia como nación.

Las decisiones que toman a diario tienen una sola dirección. Ellos NO harán absolutamente nada para resolver los problemas reales, las verdaderas cuestiones de fondo. No saben como, o simplemente no quieren hacerlo. Las soluciones disponibles no son de su agrado porque han resuelto no hacer el trabajo duro. No tienen el coraje necesario para enfrentar esa determinación, ni el valor político suficiente para hacerse cargo de las consecuencias esperables de lo que han engendrado durante años.

Sus energías están puestas en el arte de disimularlo todo. Por cada decisión que deben tomar, invierten abundante cantidad de horas y dinero en diseñar argumentos que los justifiquen. La labor consiste en delinear un discurso aceptablemente verosímil, que logre esconder la verdad y encontrar a los culpables de lo que está ocurriendo.

La oposición también necesita de tiempo. Está desorientada y no tiene las soluciones a la mano, ni siquiera ha logrado construir un proyecto político capaz de enfrentar con dignidad al inmenso e inescrupuloso aparato estatal con el que cuenta el oficialismo para la próxima batalla electoral.

De ese lado del mostrador, una dirigencia sin principios, mezquina por convicción, que cuida sus negocios domésticos y que hace de la disputa interna su centro de interés, no encuentra los caminos para encontrar acuerdos elementales que garanticen al menos un poco de institucionalidad, cierta sensatez y un horizonte con algunos parámetros definidos.

Lo paradójico de esta etapa, es que muchos ciudadanos, demasiados tal vez, prefieren este desenlace lento que propone el oficialismo y le resulta incluso funcional a la oposición. Es probable que eso explique, en parte, la crueldad de este proceso político. Los "representantes del pueblo", después de todo, se parecen bastante a los representados.

Dicho de otro modo, los votantes, los que seleccionan a los políticos de turno, no están dispuestos a asumir los errores como propios, ni tampoco los evidentes desaciertos electorales, ni mucho menos admitir que su mirada política errónea es la que explica, en buena medida, el presente.

La sociedad no es la que instruye a ciertos funcionarios para que se corrompan y administren las arcas públicas como si fueran suyas y se tratara de un botín. Pero es justo decir que lo estructural de este fenómeno es la consecuencia inexorable del conjunto de ideas que defiende una ciudadanía contradictoria que sigue creyendo en la utopía del Estado honesto y eficiente, cuando abundan pruebas que demuestran exactamente lo contrario. Es la gente la que fomenta la existencia de un Estado grande, omnipresente y controlador, ingrediente vital de la descomposición actual.

Una inmensa mayoría de personas están enojadas con lo que pasa, pero en algún punto, prefieren este sinuoso sendero, que ofrece una medicina amarga, como parte de un tratamiento prolongado que tampoco curará la enfermedad sino que solo atacará parcialmente los síntomas. Se acepta sin euforia y con resignación, este tipo de alivios porque resulta menos desagradable, en el corto plazo, que el duro sobresalto que en realidad se merece una sociedad que ha vivido equivocada desde hace décadas.

Las malas noticias nunca son bienvenidas. Nadie quiere un fuerte impacto, pero no menos cierto es que esta visión de posponer el trance sistemáticamente, solo aleja las soluciones reales y pone mayor distancia del anhelado desarrollo y progreso sobre el que tanto se declama.

El futuro tiene preparado algo mejor. Pero esta es una decisión que se debe tomar con plena conciencia y resulta evidente que la ciudadanía no está lista para semejante esfuerzo. La dinámica de emparcharlo todo, solo postergará el final de esta brutal etapa que ha anestesiado a la gente, haciendo que la prosperidad deba esperar mansamente su turno.

El dilema de esta nación está a la vista. Y su preferencia también. Ningún actor social, mucho menos en la política, tiene la más mínima intención de enfrentar los problemas como corresponde. Eso solo la muestra la irresponsabilidad de una sociedad que pretende que la realidad se acomode a sus deseos, sin terminar de comprender que transita este momento difícil porque ha hecho los méritos más que suficientes para estar en el lugar en que está. Por ahora, es indudable que existe consenso tácito para prolongar la agonía.

FUENTE: INFOBAE
http://opinion.infobae.com/alberto-medina-mendez/2014/02/16/prolongar-la-agonia/
Alberto Medina Méndez
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Vendiendo el último jirón de juventud - Por Enrique Avogadro



“¿Maquillando los ‘ya’ para que parezcan ‘todavía’? Quino

Cada día, la repercusión y el apoyo a la marcha cívica convocada para el jueves 13 de marzo en todo el país crecen a pasos agigantados. Las razones para ello no pueden ser más obvias: la ciudadanía está harta de tantos disparates y el país continúa hundiéndose en la ciénaga del narcotráfico, con la inseguridad como subproducto más evidente, la inflación galopante y, ahora, el fantasma del desempleo. Que todos esos males provengan de la descarada y genocida corrupción del régimen que nos gobierna obliga a la unificación de las consignas, para evitar la dispersión en los reclamos que tanto afectó a las masivas manifestaciones del último año.

Las expresiones de la nerviosssha y chabacana Presidente, en la cadena nacional del miércoles no dejan lugar a dudas. Una vez más, identificó a su gobierno con la Patria, y denunció a una nueva sinarquía que, al intentar destituirla, destruiría a la Nación misma. Reitero que, sin formar parte de ningún complot, soy constitucionalmente destituyente, es decir, pretendo que funcionen los mecanismos previstos en la Carta Magna para que esta señora abandone su función, ante la manifiesta incapacidad para desempeñar la función que la ley le encomienda, y la cuenta de esta fiesta la paguen ella y sus cómplices de todo pelaje, pero desde la cárcel.

Se la volvió a ver, y a escuchar, con la belicosidad que sólo puede provocar la certidumbre del aislamiento y de la soledad en que su proyecto se debate; desde el atril, y entre otras barbaridades, “escrachó” otra vez a varios particulares y, en especial, a Alfredo Coto, confirmando aquella vieja máxima que reza: “Roma no paga traidores”. La foto del supermercadista, hace pocos meses, acompañando a la plana mayor del Gobierno en el apriete a sus colegas, debe hoy ser motivo de llanto y arrepentimiento para el empresario que, cómplice, pretendió navegar en las procelosas aguas del oficialismo. La semana terminó con los militantes rentados (con dinero de la ex SIDE) de Quebracho, con capuchas y palos, agrediendo a Shell y a otros comercios, en un remedo de la Venezuela cotidiana.

En una sesgada lectura de dichos de Miguel Bein, uno de los economistas más cercanos al Gobierno, y hablando sólo para sus incondicionales, la Presidente intentó encontrar la ratificación de sus más absurdas teorías conspirativas, olvidando que aquél, hoy asesor de Lancha Scioli, también afirma que la Argentina entrará en recesión –o sea, estanflación- este mismo año.

De la actitud de doña Cristina se desprende que, más allá de las reflexiones que puede provocar su aceptación en el Frente Renovador, encabezado por el ahora Diputado Sergio Massa, la deserción de Raúl Othacehé, señor feudal y mafioso del Partido de Merlo, ha golpeado al kirchnerismo en su costado más sensible, ya que confirma el alejamiento del PJ del Frente para la Qué, que hoy sólo puede refugiarse en su núcleo más duro, es decir, en los “jóvenes para la liberación” que, sin embargo y como bien señalara Jorge Asís, son incapaces de llenar siquiera la Plaza de Mayo y deben recluirse en el pequeño ámbito del Patio de las Palmeras.

La reacción de la Justicia, que ha puesto a funcionar su nariz y que, con ella, ha detectado el olor a putrefacción que emana de la Casa Rosada, se comprueba, finalmente, con el pedido de indagatoria a Guita-rrita y sus cómplices menores –los verdaderos autores esperarán, para recorrer el mismo camino, el fin de ciclo- y con la imputación penal al Mudo Scocimarro y a Abalito, que pasaron a engrosar la lista de funcionarios K que terminarán en prisión, por mucho que haga el Gobierno para cubrir vacantes en el fuero penal federal o para hacer desaparecer las pruebas, como hizo Giles Carbó con la oficina del Fiscal Campagnoli; olvida que, más temprano que tarde, estos mismos prohijados de hoy serán los primeros en volverse en su contra cuando su poder haya desaparecido.

Por su parte, el lapidario y unánime informe de la Auditoría General de la Nación –recuerde que está integrada por igual por opositores y oficialistas- vuelve a poner sobre el tapete al escándalo de “Sueños Compartidos” y a revolcar en el barro a la inefable Hebe de Bonafini y a los hermanos Schoklender; la cerrada e increíble defensa que el Coqui hizo de esos verdaderos próceres argentinos demuestra, a las claras, cuanta complicidad indispensable hubo entre ellos y los funcionarios públicos que debían controlar -y no compartir, como lo hicieron- las millonarias sumas involucradas.

El nuevo índice de precios, ahora IPC-UN, que anunció el Bambino Kiciloff, mal acompañado por los grandes falsificadores de las estadísticas oficiales desde hace siete años, arrojó un aumento de 3,7% en enero con relación a diciembre; esa confesión constituyó el último jirón que el Gobierno tuvo que vender cuando la realidad se impuso, de mala manera y definitivamente, al “relato”. Ese incremento, comparable a la inflación de algunos países vecinos para todo el año, tendrá importantes consecuencias inmediatas. Repercutirá, sin dudas, en las paritarias que se avecinan y en los índices de crecimiento del PBI, de la recaudación impositiva y de la pobreza y la indigencia, pese a que el costo de las canastas básica y familiar hayan dejado de publicarse.

Celebro que el Gobierno haya comenzado a sincerar la economía, como ya lo había hecho con la devaluación y la suba enorme en las tasas de interés, pero lamento que esta medida no haya sido acompañada de anuncios concretos en materia de reducción del gasto público, o en corregir las distorsiones en las tarifas y en los precios. Tampoco evitó que implicara una nueva desmentida al ridículo Coqui, que tan suelto de cuerpo había calificado como “un recontra-mamarracho” a la información difundida desde el Congreso al respecto, que había dado 4,6% para el mismo período.

Doña Cristina, que está aplicando el más ortodoxo de los ajustes mientras finge encarnar una revolución, continuadora de la que intentaron los “jóvenes idealistas”, en su agasajo en enero al vetusto Fidel Castro en La Habana, olvidó que el régimen que todavía comanda el barbado ha condenado a la más abyecta miseria a generaciones enteras de cubanos y, sobre todo, el enorme daño que, en los 70’s, causó a nuestro país y a tantas democracias latinoamericanas. Ahora, con el desmedido apoyo que el ex Twitterman brindó al Pajarico Chiquitico que, de gran destructor de la economía venezolana, se ha convertido en un tirano, capaz de mandar a sus parapoliciales a asesinar a estudiantes descontentos, terminó de sacarse su falsa careta de defensora de los derechos humanos; éstos sólo valen para los amigos mientras que, a los “enemigos, ni Justicia”. (¿Recuerda esta frase?)

La Presidente, aparentemente, se tomará una semana más de vacaciones en “su lugar en el mundo”, para festejar su cumpleaños; ruego a Dios, contra toda esperanza, que aproveche ese período para reflexionar acerca de cómo será la página que ocupará en la historia de la Argentina. Sólo depende de ella y, si cambia de políticas, de estilos y, sobre todo, de colaboradores, convocando a los mejores de nosotros a la tarea de la recuperación, no dudo que todos estaremos para acompañarla, sin que ello implique olvido alguno por los hechos de corrupción y de enriquecimiento inexplicable del pasado reciente.

BsAs, 16 Feb 14
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VAN A CONSTRUIR UN PALACIO EN UN BASURAL‏


por Antonio Elio Brailovsky
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Queridos amigos:

En los municipios de Quilmes y Avellaneda, aguas abajo de la desembocadura de las aguas negras del Riachuelo y junto al relleno sanitario del CEAMSE (cerrado pero no saneado) se proyecta una enorme urbanización de lujo. En un lugar en que los pobres (que son pobres pero registran la insalubridad de un sitio) no levantan viviendas precarias, se harán hoteles de cinco estrellas, torres para departamentos caros, marinas, parques y una Universidad. El proyecto se llama Costa del Plata y ocupa 220 hectáreas, de las cuales 50 estarán construidas. Estiman que allí vivirían 27 mil personas en más de 8.000 viviendas y podría recibir hasta 80 mil visitantes diarios.

La empresa muestra en dibujos y maquetas un vistoso frente sobre el Río de la Plata. El color azul Mediterráneo atribuido al agua esconde que se trata de una de las costas más contaminadas del mundo. Francisco José de Amorrortu dice que son obra "de un ilusionista que nunca le dio por imaginar los siglos que demorará Natura en estabilizar las paradisíacas montañas de basura que tiene este sueño a sus espaldas, para que dejen de percolar sus inmundicias".

Una publicidad tan burda, ¿podría engañar a alguien? ¿Qué persona que tenga mucho dinero se iría a vivir al centro del infierno? ¿O habrá gente que compre para tenerlo como inversión, sin ir nunca allí?

Para tratar de interpretar qué está pasando, tenemos que salirnos de los planos y acercarnos a las ruinas humeantes de un depósito de documentos que acaba de incendiarse en Buenos Aires. El depósito es propiedad de una empresa multinacional que se ocupa (con las más sofisticadas técnicas de seguridad) de proteger los documentos de millones de transacciones financieras. Sus clientes son los bancos y entidades semejantes, que ya no tienen lugar donde guardar tantas toneladas de papel. Esta empresa, entonces, les ofrece el servicio de una inmensa caja de seguridad para toda esa documentación.

Sin embargo, el edificio que contenía toda esa información acaba de incendiarse, en un desastre que costó la vida de 9 bomberos y rescatistas. Una breve revisión sobre los antecedentes de esa empresa muestra que ya tuvo en otros países media docena de incendios intencionales en sus archivos, a pesar de las más sofisticadas tecnologías para evitarlos. De modo que legítimamente podemos preguntarnos si la especialidad de la empresa es proteger documentos comprometedores o hacerlos desaparecer.

El paso siguiente es una mirada sobre esos papeles, ahora transformados en sangre y cenizas. Las entidades financieras tienen que guardar la documentación de sus transacciones. No es simple burocracia, sino que tienen que estar a disposición de la Justicia. Allí pueden aparecer las pruebas de delitos tales como el lavado de dinero.

¿Cómo operan los delincuentes: narcotraficantes, políticos corruptos, testaferros de dictadores de cualquier lugar de una economía globalizada?

Si depositan el dinero dentro del circuito legal, tienen que borrar los rastros que puedan orientar una investigación. Para eso se destruyen los archivos.

El paso siguiente es invertir en algo que sea muy caro o lo parezca. El negocio inmobiliario fue siempre uno de los preferidos. Está claro que los edificios no importan tanto como sus escrituras. Los inmuebles usados para blanquear se venden varias veces, a precios antojadizos, para borrar el origen de los fondos.

Aclaremos que, a pesar de tantas convenciones internacionales contra el lavado de dinero, todos los países se pelean por atraer los dólares de diversas mafias y facilitar que se inviertan en sus respectivos territorios. La banca suiza administró (y sigue administrando) gran parte del oro robado por los nazis. Los mexicanos atribuyen al cartel de Sinaloa el origen de los fondos que permitieron construir algunos de los grandes hoteles en la costa del Pacífico. El reciente boom de la construcción en varios departamentos de Colombia se origina en el derrame de una nueva clase media de narcos "pacíficos".

El doble discurso que caracteriza en todas partes a la política lleva a declamar contra el lavado de dinero pero también a facilitarlo. Lo que el crimen organizado no invierta en mi país lo terminará invirtiendo en otro lado.

Llevado esto hasta sus últimas consecuencias, ¿por qué no generar espacios para facilitar el blanqueo de dinero? Ya existen y se llaman Paraísos Fiscales. Son países especializados en cobrar impuestos muy bajos a los inversores extranjeros y, muy especialmente, en no preguntar el origen de su dinero. Argentina tiene listados 88 países con esas características y se considera que existen unos cuantos más. La competencia, entonces, es muy grande, porque todo el mundo quiere recibir el dinero mal habido.

Los Estados Unidos lo resolvieron con la creación de Las Vegas, una ciudad entera puesta al servicio de las organizaciones criminales o simplemente ilegales, para que desde allí ingresaran dólares al circuito legal.

¿Cómo lo vamos a hacer nosotros? ¿Cómo atraeremos el dinero de los delincuentes? ¿Servirán para eso los emprendimientos irracionales, como levantar una ciudad de ensueño en medio de un basural? ¿Conseguiremos los suficientes dólares como para justificar la inversión?

Y además, ¿nos importan los daños colaterales, como la muerte de algunos bomberos? ¿Sobre esto no hay políticas públicas, o acaso hay una política pública que nadie quiere decir en voz alta?

En esta entrega, ustedes reciben:
Un breve video con las fotos de las maquetas del proyecto, contrastadas con algunas fotos de satélite que demuestran que el sitio es inhabitable. 

Pueden bajarlo de aquí: 
http://www.mediafire.com/watch/uh5ku7w01u1xo8a/Costa_del_Plata.avi

El recordatorio de mi libro: "Buenos Aires, ciudad inundable", editado conjuntamente por Kaicron y Capital Intelectual. Como lo demuestra cada lluvia torrencial, seguimos sin políticas públicas para definir la zonificación de las áreas de alto riesgo de anegamiento.

La obra de arte que acompaña esta entrega es: "La galería del Louvre en ruinas", un sugestivo ejercicio de imaginación pintado por el francés Hubert Robert en 1796. La suya es una ironía sobre la decadencia de la monarquía francesa a partir de la caída de Luis XVI. Es la forma en que en unos años veremos estos palacios de la especulación construidos sobre basurales, si llegan a levantarse, sin que nadie nunca los habite.

Un gran abrazo a todos.
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El derecho internacional - Por Lorenzo Silva


En imagen: Lorenzo Silva, autor de la nota.
Enviada por Paco Acuña.
Adaptada por la redacción de este blog.
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Allá en mi juventud pasé algunos años en una facultad de Derecho. Entre otras materias, cursé una que se llamaba Derecho Internacional Público. Me hicieron aprender una serie de teorías, alguna jurisprudencia y un montón de tratados internacionales. Ahora que han pasado 25 años de aquello, muchos de los detalles se me han olvidado, pero conservo intactas las nociones principales que me aportó el estudio de aquella asignatura. Resumiendo mucho, saqué en claro que, si bien a escala nacional pueden hallarse sistemas jurídicos basados en principios tales como la justicia, la igualdad, la interdicción de la arbitrariedad, etcétera, en el ámbito internacional, y a escala planetaria, opera una ley mucho más sencilla, inspirada en otra clase de premisas y consideraciones y que, a grandes rasgos, se compone de tan sólo dos artículos. 

La pretensión bienintencionada de que en ese ámbito mundial operen normas con otro fundamento, y que permitan superar el peso de los dos artículos mencionados, no pasa de ser un desiderátum que choca una y otra vez con la realidad. Para muestra, el Tribunal Penal Internacional (TPI), que tiene la capacidad de juzgar con severidad los crímenes contra la humanidad… cometidos por países pequeños y/o derrotados en los conflictos en que esas violaciones se produjeron. La insumisión a su jurisdicción de Estados Unidos, Rusia y China, países poderosos y vencedores, ya deja bien claro lo limitado de su ámbito de actuación.
Hace unos años, con ocasión del caso Pinochet, en el que el juez español Baltasar Garzón invocó el principio de jurisdicción universal en materia de delitos de lesa humanidad, se abrió la puerta a que, allí donde no llegaba la justicia internacional, pudieran llegar de forma excepcional las leyes y los jueces de los estados. No deja de ser relevante que aquel caso se condujera contra el ex dictador de Chile, un país de no excesivo peso en el concierto internacional, pero en cualquier caso hay que reconocer que la actuación fue efectista y que de resultas de la decisión de Garzón saltaron todas las alarmas de aquellos que tienen por costumbre vulnerar los derechos humanos para realizar sus propósitos.
Poco ha durado la fiesta. Después de aquel precedente, y algún otro, como el procesamiento de los militares norteamericanos que acabaron en 2003 en Bagdad con la vida del cámara español José Antonio Couso, el legislador español no ha hecho otra cosa que plegar velas, para impedir que estas aventuras judiciales acaben salpicando a quienes no deben, con arreglo a los dos artículos antes enunciados, y causando un disgusto que no sea posible reconducir. El último episodio, que lo ha precipitado todo, ha sido la orden internacional de detención dictada por la Audiencia Nacional contra, entre otros, este señor.

El motivo esgrimido para la orden son los presuntos delitos de genocidio cometidos en el Tíbet bajo su mandato como presidente de la República Popular China. Lo que sucede es que China es absolutamente intocable, con arreglo a los dos artículos ya señalados de la verdadera y única ley internacional. Su poderío militar es inmenso, y además crece día a día, y en cuanto a su influencia económica hay que consignar la particularisima circunstancia de que en manos chinas se halla, según las últimas estimaciones, cerca de un 20 por ciento de la deuda pública española. Los capitales chinos fueron de importancia crucial para salvar la crisis de deuda y eludir el rescate total de nuestro país hace no demasiado tiempo.

En ese contexto, ¿a quién le importa el genocidio tibetano? Los pobres no pueden permitirse ser tan tiquismiquis. La ley española va a reformarse por la vía de urgencia, y la noticia será, dentro de no mucho, que esa orden tan aparatosa y tan noticiosa queda sin efecto.

A ver si alguno se entera de qué va el derecho internacional.

· Lorenzo Silva

Madrileño de 1966, nómada vocacional. Ha sido auditor de cuentas, asesor fiscal, abogado y algunas cosas aún más inconfesables, pero desde antes de cumplir los catorce escribe historias. Al final ese vicio se impuso y lo hizo, sobre todo, cuentista y novelista. También escribe libros de ensayo, guiones de cine y TV, artículos en prensa, reportajes sobre crímenes, guerras y viajes y, en fin, este blog.
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Un pueblo agobiado por la política


¿QUÉ PRETENDEN DE NOSOTROS?
Por Eduardo Juan Salleras, 11 de febrero de 2014.-
Se autoriza su publicación solamente en forma completa y nombrando la fuente.
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Durante los tiempos de descanso, la gente desea aliviarse de los problemas de todos los días, esos que debe afrontar irrenunciablemente durante el resto del año.

Por ello, si bien escribí unos cuantos, evité publicar artículos relacionados con la política, tal vez sería mejor decir con la realidad.

Aunque no es lo mismo una cosa que otra - una es todo lo que nos sucede y la otra, tan solo una parte - en la Argentina, por capricho de nuestros gobernantes, la política pretende ser nuestra realidad, ocupar por completo la vida de los ciudadanos.

Se ha dado más con este gobierno paranoico que tenemos, que encima lleva una década gobernando de la misma manera pero, con distintos resultados. Y son estos los que han cambiado sustancialmente en los tiempos recientes, poniendo incluso en un manto de duda todo lo que antes se llamó éxito.

Es que no es lo mismo el triunfo, la conquista o el dominio, que el prestigio, el honor o la honra. Son estos tres últimos los que nos van a dar crédito.

De los desaciertos constantes que se vienen sucediendo día tras día, mes tras mes y año tras año desde su comienzo, pretendiendo disimular las acciones y los resultados, borrando por decreto el término fracaso, “el modelo”, como lo llaman, pretende como estrategia de poder, ocupar por completo el ánimo social, y en ese desorden anímico lograr barrer bajo la alfombra, las muestras claras de la incapacidad, la corrupción y el desgobierno.

Tal es el grado de locura en la que han metido a la sociedad, que ciertas decisiones políticas, dicen ser tomadas por el hijo de la presidente, que no tiene otro cargo que la filiación y que no ostenta títulos que lo honren.

Ya, totalmente así alejada la Argentina del sistema republicano, comprometiendo seriamente a la democracia con el despotismo, nos parecemos más a un vicioso reinado de la edad media que a un estado moderno. Siendo además parte de una asociación de países latinoamericanos que exhiben otro tipo de mamarrachos en sus gobiernos, con el mismo sistema de ahogar a la sociedad en la política.

Estamos claramente hablando de demagogias, una forma popular de disfrazar al autoritarismo; el gobierno de la palabra, del relato oficial.

¿Es lógico que la política y la realidad sean lo mismo? ¿Está bien que sea así?

Las nueva corrientes ideológicas llaman a todos a participar de la política, pero son muy pocos los que cobran por ello, los demás, son idiotas útiles que sirven a la causa.

Los que producen, trabajan y hacen el día a día de la sociedad, son tratados descortésmente por los que hacen política desde el oficialismo), incluso, estos presionan sobre sus resultados para que produzcan más, ganado menos, y de esta forma conseguir los fondos suficientes para mantener a los que no producen, no trabajan y viven un día a día distinto a la gran mayoría, o sea, a los que la política parió.

Es injusto hacer responsable al término o a la palabra de ello, lo que sí está claro que no es lo mismo que “realidad”.

Sin embargo, procurando que esto sea así, dividieron a la sociedad en dos partes y las enfrentaron, llamando a unos militantes y a los otros: desestabilizadores, desconociendo por completo que si el piso se les mueve es tan solo porque lo construyeron mal.

Tal influye la política en la realidad que pretende que el ciudadano sea agente del gobierno y denuncie a los conspiradores que desequilibran al modelo.

Obligan a la comunidad a estar en continua guardia, liberando en cambio a la delincuencia, al narcotráfico y a la prostitución. El hombre común está bajo leyes y normas que debe cumplir indefectiblemente, incluyendo tributarias, en cambio, al ladrón, al vendedor de drogas, al asesino, al “barra brava” y al cafiolo, libertad absoluta, al menos, hasta que sus conductas produzcan algún hecho político inconveniente.

Entonces, el Estado para el ciudadano está limitado por la presión política y las rejas que lo separan de los que verdaderamente están libres: facinerosos, asaltantes, violadores, abusadores, convictos sueltos, homicidas… encubridores, cómplices… ideólogos.

El hombre común hace política de otra forma, proyecta sus inversiones de riesgo, de producción… analiza su estado de situación: económica, financiera… gobierna su realidad, administrando los recursos disponibles… traza su estrategia laboral y social de acuerdo a la capacidad productiva… etc. Y como ciudadano, igual: proyecta, analiza, administra su relación con la comunidad… comercios, escuelas, comunas, parroquias, clubes…

El trabajador lo mismo porque tiene sus inversiones (sus gastos), su patrimonio, menores… su estrategia laboral que incluirá el poder aumentar sus ingresos y obtener los recursos sociales suficientes para: educación, salud, esparcimiento… para soñar.

¿Qué más quieren del pueblo, qué además sea cómplice de lo que no conoce y a ello llamarlo militancia?

Yo al militante lo llamaría obsecuente, y a este: sumiso, dócil, subordinado. Luego nos hablan de rebeldía y revolución. Pero claro, estos obedientes del modelo no son gratis, entonces volvemos a lo mismo, sin garantías de una convivencia cívica normal y sin estructura social, el pueblo debe generar los fondos suficientes para sostener el peso de la vagancia rentada.

La realidad es hoy: inflación, inseguridad, corrupción; es también decadencia educacional, estructural y de salud; es pobreza e indigencia; es clientelismo político; es declinación de los valores republicanos; es intolerancia y división social; es narcotráfico, trata de blancas… es la mediatización de lo burdo, de lo moralmente inconsistente, de lo absurdo… “ES INCLUSIÓN CON EQUIDAD IGUALITARIA”… es demagogia.

La política lo hizo y la política deberá solucionarlo, solamente ella. Será tarea de los diferentes. Es el tiempo de la virtud.
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¿Nicho o tierra? - Por Enrique Guillermo Avogadro


¿Nicho o Tierra?[i]

"Pero son los intereses del pueblo lo que nos mueve, y el sufrimiento de la mayoría, y morir por el pueblo es sufrir una muerte digna" 
Mao
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En primer término, mi modesto pero emocionado homenaje a los bomberos que perdieron la vida en la tragedia de Barracas, y mi acompañamiento moral a sus familiares y sus colegas, que siguen jugándosela por una sociedad que no los merece. Esas vidas segadas por el fuego necesitan que, con la mayor urgencia, se exponga cómo se inició el siniestro y qué contenían los archivos destruidos, pues ya proliferan las sospechas más espantosas, a las cuales dan cierto asidero la homonimia entre el Secretario del Club Boca de Río Gallegos, encabezado por el hijo de Lázaro Báez, y el Presidente de la empresa Iron Mountain, cuyo depósito se incendiara.

Claro que, en un país donde su Vicepresidente en ejercicio, el inefable Guita-rrita, se ha convertido en el primer funcionario al que se ha requerido llamar a prestar declaración indagatoria en toda su historia, nada debería sorprendernos. El Gobierno le encomendó a Coqui y otros lenguaraces salir a respaldarlo, invocando la sempiterna conspiración mediática, pero que haya sido el Fiscal Di Lello quien haya pedido la medida, siendo un funcionario tan pro K, nos dice mucho acerca de la pérdida de poder de la dinastía.

Que la sociedad se encuentra fracturada y disociada, después de once años de fomentar el enfrentamiento desde la Casa Rosada, no es ninguna novedad Pero que la Presidente instara a sus "pibes para la liberación" a adoptar medidas de acción directa contra supermercados y comercios presuntamente desestabilizadores trajo a la memoria de muchos de nosotros lo peor del primer peronismo, aquél del "cinco por uno" y del "alambre de fardo", o sea, los violentos incisivos de quien luego se autodescribiera como un "león hervíboro", y los afiches con los que empapelaron Buenos Aires no contribuyeron a diluir el recuerdo.

El Gobierno se encuentra ante la única opción que plantea el título de esta nota; sin embargo, y a contramano de una de las reglas básicas del "Movimiento", está consiguiendo que éste se entierre con él y ya lo hizo trasponer las puertas del cementerio. Obviamente, los más preocupados por este curso de los acontecimientos son los líderes territoriales -gobernadores y "barones" del Conurbano-, que aún no han podido acomodar sus maltrechos esqueletos después de la paliza que recibieran en octubre, ya que la escasez de recursos y la imparable inflación los ha hecho encabezar el inevitable ajuste. También los dirigentes gremiales que integran, todavía, las centrales sindicales más cercanas a Balcarce 50 sienten el fuego bajo sus sillas y preparan, por la vía de la unificación del universo obrero, la deserción de tan incómodo lugar; una muestra de ello la darán los gremios docentes que, pese a su alineamiento político, enumeran exigencias impagables para las provincias famélicas.

Los jubilados, con el magro incremento del 11,7% en sus haberes a partir de fin de marzo, cuando las perspectivas anualizadas de la inflación pasada ya superan con creces el 40% (sólo en enero fue 6%), se han convertido en las primeras víctimas del ajuste que, como la devaluación, está llevando a cabo un gobierno que, discursivamente, los niega. Los mayores tienen escasa capacidad de reacción pero, cuando ese apriete -como quiere la Casa Rosada- llegue a los asalariados por la vía del recorte en el poder adquisitivo de los sueldos y por la desocupación (ya comenzó la destrucción de puestos de trabajo), volveremos a vivir aquellas manifestaciones masivas que eyectaron a López Rega y Celestino Rodrigo, con paros generales que ni siquiera los actuales aplaudidores, como Caló, Rodríguez, Viviani, etc., podrán evitar por aquello de "con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes". Para confirmar este aserto basta con recordar que, sólo en enero, medio millón de personas atravesaron, hacia abajo, el límite de pobreza.

Y así surge la gran pregunta: ¿con qué contará el kirchnerismo para contener la irremediable protesta social? Las policías provinciales fueron estafadas por la marcha atrás dada por muchos gobernadores en los aumentos concedidos en diciembre; así, ¿estarán dispuestas a reprimir? Las fuerzas armadas saben que, por muchas leyes y decretos que respalden su accionar, quienes acaten ese tipo de órdenes serán encarcelados, como sucede con los más de mil quinientos camaradas que se pudren y agonizan en las cárceles comunes de todo el país; una cosa es festejar las mejoras en los sueldos del personal y en el equipamiento y otra, muy distinta, sería obedecer al Tte. Gral. Milani si éste decidiera ponerlas al servicio del "modelo". Y, obviamente, con la Gendarmería no alcanzará cuando el país se incendie otra vez.

Por su parte, y ante una oposición que sólo promete unificar criterios en treinta días -¡un plazo eterno en esta situación!-, el foro de convergencia iniciado en enero entre entidades empresariales dio un paso fundamental, al recibir el miércoles a las CGT de Azopardo y Azul y Blanca y a la UATRE. Estoy convencido que de ese ámbito saldrá, si es que existe, la única alternativa posible para un futuro tan negro.

La Presidente, en su delirio, actúa como si ella misma hubiera escrito la frase de Mao que encabeza esta nota, y estará dispuesta a destruir y matar lo que queda de la República antes de su cercano final.

Mientras cada uno de los actores públicos comienza a organizarse para imaginar cómo sacar al país de las profundidades de la ya inevitable crisis con el menor costo social posible, me veo obligado a insistir en mi posición constitucionalmente destituyente. Hoy la postura más frecuente es: que se queden, para pagar el precio del enorme desaguisado; sin embargo creo, repito, que ese sideral costo lo deberemos afrontar todos los argentinos, traducido en mucha más miseria y en menos oportunidades y, por ello, incrementarlo sólo por mantener al actual régimen en funciones durante los próximos veinte meses resulta, de todo punto de vista, injustificable.

Propongo, por el contrario, que la cuenta de la fiesta para tan pocos le sea presentada a doña Cristina y todos sus cómplices, funcionarios y privados, una vez que se todos se encuentren en la cárcel y los hayamos privado de sus fortunas mal habidas.

Una vez más, convoco encarecidamente a la ciudadanía a la marcha cívica del 13 de marzo en todo el país. Debemos cambiar la historia tan habitual en la Argentina y llegar a ella con consignas unificadas y dirigidas, precisamente, a ese propósito: ¡Que se vaya! y que haya memoria, justicia veloz y castigo para todos los corruptos que nos llevado tan abajo en la pendiente de la decadencia. Sólo así el reclamo sonará fuerte y cumplirá sus fines, es decir, se hará oír por los dirigentes políticos y los hará salir de la modorra, inspirada en la cobardía, en que hoy se arrellanan.

Bs.As., 9 Feb 14

[i] ¡Gracias, Jorge Asis!
Enrique Guillermo Avogadro
Abogado
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