Entre todas la privaciones que el pueblo sufre durante las dictaduras en oposición a lo que ocurre en las democracias, una de las más dolorosas es la falta de libertad política. La libertad en todos sus aspectos, es una condición natural del reino animal. Ser libre es una necesidad física y espiritual de la vida consciente. Tal es así que el encierro es el método más empleado como castigo.
Los gobiernos democráticos procuran que ese sistema sea adoptado por todos países, alegando que así como ningún pueblo debe sufrir por falta de alimento, tampoco debe sufrir por falta de libertad. Es por ese motivo que apoyan a todo movimiento subversivo que tienda a derrocar a un dictador, con miras a instaurar en su lugar un gobierno democrático que devuelva al pueblo la libertad perdida.
Pero aquí cabe una interesante pregunta: ¿todos los pueblos reúnen las condiciones que les permitan vivir bajo una democracia?. Por supuesto que no. Un pueblo fanático religioso nunca podrá ser democrático por más que lo intente, pues, cuando deposite su voto, la mayoría fanatizada le dará el triunfo a dirigentes fanáticos que volverán a instaurar un falso gobierno democrático, enemigo de las democracias que apoyaron su lucha.
Ejemplos no faltan. En Egipto "la primavera árabe" bien vista por las democracias, depuso el 11 de febrero de 2011 al dictador pro occidente Hosni Mubarak e instaló en su lugar por medio de elecciones libres y democráticas, una ficticia democracia enemiga de occidente. En la actualidad un golpe de estado militar terminó con ese gobierno.
El 16 de enero de 1979 la revolución iraní hace que el Shah Mahommad Reza Pahlevi que tenía muy buenas relaciones con occidente, deba exiliarse. El 31 de marzo del mismo año se lleva a cabo un referéndum sobre la proclamación de la república islámica, algo similar a elecciones democráticas. El resultado ya conocemos. Las últimas elecciones que le dio el triunfo a un "lobo vestido de cordero", no cambiaron la crueldad de sus autoridades hacia su propio pueblo ni su feroz agresividad hacia las democracias occidentales.
Esperando una salida democrática, occidente apoyó en Libia una revuelta que depuso al excéntrico dictador Muamar Gadafi, en buenas relaciones con occidente durante los últimos años. Como resultado de democráticas elecciones realizadas el 7 de julio de 2012, el caos y la inestabilidad dominan el país.
La sangrienta guerra civil en Siria comenzó el 18 de marzo de 2011 con pacíficas protestas. Los rebeldes intentan derrocar al tirano Bashar Al Assad. Pero esta vez occidente aprendió la lección. Se abstiene de apoyar a ninguno de los dos bandos en una guerra que libran malos contra otros tan malos o peores.
La democracia es una forma de gobierno no compatible con pueblos cuya educación y cultura no son las que requiere ese sistema de gobierno, como son los pueblos compuestos en su mayoría con gente fanatizada por la religión. Los pueblos en los que el fanatismo religioso encubre la necesidad de libertad, no tienen otra alternativa: o son pacíficas dictaduras o son dictaduras teocráticas expansionistas, dictaduras cuyo fanatismo no opone reparos en recurrir al terrorismo para expandir su credo. Es obvio imaginar qué es preferible. Cabe decir entonces, que no es prudente apoyar revueltas que aspiran a derrocar a un dictador si su pueblo no posee las condiciones que la democracia y la libertad exigen.
Samuel Auerbach.
Natanya, Israel.
Publicado hoy en el semanario Aurora
http://www.aurora-israel.co.il/articulos/israel/Opinion/53708/
---
**Visita: http://salasdevideoconferenciasolgaydaniel.blogspot.com.ar/
http://bohemiaylibre.blogspot.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario