1ro de julio de 2012
La cumbre de presidentes de Mercosur logró hacer virtud de la necesidad. El tramo amargo del golpe de Estado exprés en Paraguay fue conjurado con la incorporación de Venezuela al bloque. Es sabido: fue el Senado paraguayo, nunca liderado por Fernando Lugo, el que vetaba la incorporación de la República Bolivariana de Venezuela con argumentos disciplinados a las políticas de los halcones del Departamento de Estado norteamericano.
El ex canciller Jorge Taiana le confiaba estos días a quien escribe estas líneas que el golpe en Honduras, del que se cumplieron tres años el jueves, era una especie de ensayo para poder desalojar a Lugo del gobierno.
En aquel entonces, la reacción del hondureño Manuel Zelaya, al asilarse en la embajada de Brasil y reclamar su condición de presidente, permitió la iniciativa de Cristina Fernández de Kirchner de viajar, también un 1º de julio como hoy, con destino a Washington para tomar parte activa en evitar el avasallamiento de la democracia en la región. Lugo llevaba apenas 10 meses en el gobierno y la andanada contra el cambio en Paraguay funcionaba a toda velocidad. Tres años después, con la proliferación de tratados de libre comercio firmados país por país y con renovados convenios de entrenamientos de fuerzas policiales por parte de comandos norteamericanos, nada de lo que hagan los países latinoamericanos estará fuera de la prolija mirada de los intereses de las multinacionales y de los planes de Washington en la región.
Sin dudas, la inclusión de Venezuela es leída por los halcones como un desafío, al tiempo que los sectores populares lo interpretan como un avance significativo. Pero para que resulte tal es preciso ver si lo que quedó firmado en el papel está acompañado por una correlación de fuerzas favorable. Un dato que no puede soslayarse es que Lugo, además de estar en soledad, no dio batalla por su permanencia ni tampoco brindó argumentos como para que la reunión del Mercosur permitiera acompañar con medidas económicas el repudio político al golpe disfrazado de maniobra constitucional.
Un dato menor, pero significativo, de las debilidades del bloque regional fue la renuncia intempestiva del Alto Representante del bloque, el brasileño Samuel Pinheiro Guimaraes, un hombre de Itamaraty que acompañó a Lula en sus dos gobiernos, y que no dio vueltas en la carta que dio a conocer a través de los medios para justificar su alejamiento: “El ejercicio de este cargo solamente es posible con el firme apoyo político de los gobiernos de los Estados parte”, y agregó: “Las razones de mi decisión son, así, de naturaleza política”. Pinheiro Guimaraes no tuvo la prudencia de esperar que se zanjara la crisis de Paraguay, por el contrario, agregó un palo en la rueda.
Debe tenerse en cuenta que Venezuela afronta elecciones presidenciales el próximo 7 de octubre y que su inclusión plena será el 31 de julio. Esto le sumará algunos puntos a la ventaja abrumadora de Hugo Chávez sobre el candidato de la derecha Enrique Capriles. Sin embargo, no puede dejar de ponderarse que la frágil salud de Chávez pone a Venezuela en un escenario más que complejo. Su incorporación al Mercosur se da en un momento más que interesante: en los últimos seis años el comercio entre Venezuela y el resto del bloque se incrementó de modo exponencial, multiplicándose por seis.
El petróleo le permite tener un Banco Central poderoso y cuenta con recursos financieros que podrían motorizar muchos emprendimientos en la región así como dar un empujón para que el Banco del Sur salga de su lugar testimonial a casi tres años de su creación. Además, la Unión Suramericana de Naciones cuenta en este momento con la presidencia de Alí Rodríguez, un hombre clave en los avances del Estado venezolano. Para la diplomacia norteamericana (atenta a las elecciones de Estados Unidos apenas 28 días después de los comicios en Venezuela), América latina no está lejos ni nada que se le parezca.
El riesgo de que la unión regional corte los vínculos de dependencia con Estados Unidos es un tema de agenda de gran importancia. Muchas veces, los análisis acerca de la realidad que vive cada nación del sur del Río Bravo pecan de excesivamente domésticos, despreciando las relaciones –públicas y reservadas– de los intereses privilegiados y las políticas dictadas por Estados Unidos. Brasil, la llave.
Es la quinta potencia económica, tiene una presidenta que continúa con el rumbo establecido por Lula, forma parte activa del Brics, la alianza de naciones poderosas que no dejan de crecer pese a la crisis financiera, y es el principal socio comercial y principal inversor en la Argentina. Brasil no es sólo un vecino con el que disputamos buen fútbol. Los cuadros dirigentes del Partido de los Trabajadores y sus aliados tiene una trayectoria de años y algunos de sus intelectuales son de suma utilidad para analizar los desafíos de la región. Emir Sader, sociólogo y secretario ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, dialogó extensamente con quien escribe estas líneas y a continuación van algunos párrafos esclarecedores.
-Sobre el lento crecimiento en Brasil.
“La gran pelea de estos dos años, aunque la prensa piense otra cosa, es neutralizar los efectos recesivos, la presión recesiva que viene de afuera, sobre todo del centro del capitalismo. Incluso hay medidas nuevas de reactivación económica que van siempre en el sentido de mayor inversión estatal y disminución de la tributación para incentivar el dinamismo de las inversiones privadas. De ahí la política para valorar el precio del dólar, para disminuir la tasa de interés. Se supone que este año quedará un nivel de crecimiento más bajo. Lo primero es que no entramos en recesión. Ahora, el nivel de crecimiento es preocupante, tanto el de Brasil como el de Argentina, y tienen efectos negativos mutuos. Algunas medidas afectan a la Argentina, como el precio del real y el del dólar. En Brasil estamos en un año de transición. Se espera que estas medidas tengan efectos más concretos a partir del año que viene, incluso porque las corporaciones privadas estaban acostumbradas a ganar en la especulación financiera. Ahora esto no tiene estímulos por la baja de las tasas de interés. Pero esos empresarios están acostumbrados a la ganancia fácil, entonces hay que esperar a que las medidas del gobierno tengan efectos para que la economía vuelva a crecer más el año que viene.
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