Ojalá nos demos cuenta
LA PRIMAVERA VINO EN MI RESCATE
Por Eduardo Juan Salleras, 17 de septiembre de 2015.-
Se autoriza su publicación solamente en forma completa y nombrando la fuente
Hoy es jueves, 17 de septiembre.
Amanecí con el alba. Estoy en mi escritorio, tomando mate, repasando el día anterior, anotando, proyectando el día que comienza, leyendo correos en internet, noticias…
De pronto, algo me llama la atención.
Como todos los años - porque pasa siempre - me doy cuenta del gran festival.
Un escándalo afuera, de diferentes cantos, algunos como charlando. Los pájaros me indican que se viene la primavera.
Pensé: ¡gracias a Dios que todavía lo noto!
Faltan aún unos días para la fecha tradicional, sin embargo la naturaleza dice otra cosa.
Tal vez hace varios días que las aves me avisan y yo no me di por enterado, pero lo importante es no haber perdido la sensibilidad de notar éstas cosas tan significativas, tan refrescantes, como el cambio de estación, por demás pronunciado en nuestra zona, y es bueno que así sea.
¿Por qué me sumo a la algarabía de los pájaros y me pongo tan contento por reaccionar al cambio?
En éstos tiempos que vivimos en el que todo huele mal; en un año muy especial de violencia verbal y de la otra, hartos de elecciones forzosas a las que uno debe ir a votar en contra de; en la que los candidatos en vez de hacer propuestas se acusan; ante la dura realidad de descubrir que la corrupción puede ser pequeña o muy grande y elegir a la que menos nos haga daño; entre todo escuchar a la gente decir: nada va a cambiar porque así somos… tanta negatividad, tanto tufo, darme cuenta que los pájaros primaverales han regresado con la estación, me hace tremendamente feliz y me pone orgulloso.
No es para menos, hoy debería estar muy mal sino atendiese el bullicio que están haciendo allí afuera. Se puede distinguir además, entre tantos idiomas plumíferos, la diferencia de especies que se han citado a mi ventana.
La algarabía exagerada con la que algunos pájaros cantan, otros directamente gritan buscando pareja o solamente expresando su alegría por los meses que se vienen. Y se ven algunos incluso portando en su pico una ramita.
Debí haberme dado cuenta antes cuando los olmos mostraron las flores verdes que se confunden con sus hojas del mismo color, las que curiosamente aparecen a continuación de la floración. Uno puede ver luego los pétalos caer al suelo como si el árbol estuviera deshojando un otoño y en sí, está dándole paso a la primavera que se viene.
No confundamos, creímos que eran hojas y fueron flores… nuestra vida cívica ¿logrará distinguir entre lo bueno y lo malo? ¿Entre democracia y populismo? ¿Entre república y demagogia?
Estamos todos paralizados con la condena a perpetua, que asumimos como válida, de aceptar lo que nos toca y listo. Sin cosquilleos. Hasta los más “inteligentes” sorprenden con su resignación, incluso los pertenecientes al club del arte y la intelectualidad se mimetizan con las propuestas populares, desde ya, sin renunciar a su resarcimiento monetario.
Muchos, como yo, nos amargamos viendo en el horizonte relampaguear, negro. Llevamos una década de tormentas violentas, de vientos fuertes y granizo, demoliendo todas las cosechas que con un esfuerzo enorme sembramos… y esperamos.
Parece que no da descanso… los que vivimos del coraje, los que a veces sentimos por momentos que se nos escapa el ánimo, no podemos, no debemos dejar de luchar, de apostar a lo mejor, a lo más conveniente, aunque esto no se parezca demasiado a lo que consideramos bueno.
Luego de pasada la tormenta, sólo sabemos que por el momento no va a llover, eso no quiere decir que el día por delante sea necesariamente provechoso pero, al menos el temporal pasó.
Analizando lo que nos pasa fríamente, punto por punto, en un año electoral, condición que parece dar vía libre a cualquier cosa, a prostituir lo que convenga, a mentir descaradamente, a llevar a los ciudadanos más pobres a su condición moral más miserable… esos depravados que utilizan el clientelismo político muestran a las claras su indecencia. Entonces, una ventana, por pequeña que sea, dejará entrar un poco de luz en nuestra ilusión. No dejemos entonces que la tapen.
Porque…
… hoy los pájaros cantaron toda la mañana festejando…
… los olmos florecieron ayer y no me di cuenta…
… los fuegos invernales, ya tenues en el hogar, es tiempo de guardarlos…
Lo más importante es poder hacer nacer, en el día a día, la primavera en nuestros corazones y en especial, en la vida cívica de la sociedad argentina.
Ojalá, nos demos cuenta.
EJS
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