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Los musulmanes están cambiando


Nuestro amigo Raúl nos acaba de enviar desde Israel varias fotografías tomadas en diversos puntos del mundo en la que muestra cómo se han ido produciendo cambios profundos en los pueblos musulmanes que indican un retorno a las fuentes islámicas.

Esto movió nuestro interés poniéndonos en una pequeña investigación destinada a confirmar o rebatir la existencia de esos cambios y, en caso de verificarlos, intentar conocer sus consecuencias.
En su libro "El Islam" publicado en 2001, el doctor en Teología José Morales escribía:
"El Islam ha estado siempre, como mundo religioso y cultural, muy próximo a la geografía del Cristianismo, e incluso inmerso fragmentariamente en esa geografía. La fe y la civilización musulmanas han mantenido desde el siglo VII con los cristianos una relación constante, caracterizada generalmente por la tensión y el enfrentamiento, mucho más que por la convivencia y la colaboración.
A diferencia de las religiones que se han desarrollado lentamente, a partir muchas veces de orígenes oscuros y legendarios, el Islam –la más joven y sencilla de las religiones universales– nació a la plena luz de la historia y se propagó acto seguido con la celeridad de un huracán.
El interés por el Islam es un fenómeno incontrovertible y creciente en el mundo occidental. Se trata de un interés y de una atención polivalentes y cargados de ambigüedad. Atrae sin duda el hecho religioso musulmán, que ha llevado a Juan Pablo II a hablar de la «gran religión musulmana» y a mostrar su respeto hacia el Islam besando el Corán durante su visita a Egipto en marzo de 2000.
Despierta asimismo atención hacia el Islam el resurgir del radicalismo musulmán que, extremo o moderado, se considera un factor desestabilizador en el equilibrio del planeta y una amenaza a los intereses hegemónicos –económicos y políticos– del Occidente. Se impone además el hecho de la presencia en aumento de activas comunidades islámicas de cierta importancia numérica en casi todos los países que han representado históricamente la civilización cristiana."

Otro artículo significativo encontramos en http://www.revistacriterio.com.ar/politica-economia/el-factor-religioso-en-los-conflictos-del-mundo-arabe . En algunos de sus párrafos expresa:

"En el Islam contemporáneo se está librando una especie de confrontación interna, ya desde hace mucho tiempo, entre modos de vivirlo o interpretarlo. Están los “maximalistas” o totalitarios (para usar viejos términos, caídos en desuso) y modos de coexistencia con otros credos o con ninguno. En otras palabras: entre una especie de religiosidad omnicomprensiva y un tipo de laicismo. Recordemos –a modo de parangón– que esa “batalla” duró siglos en varios países de Europa. En realidad, a pesar del siglo que transcurrió desde la conversión del Imperio Otomano en la actual República turca, esta confrontación es relativamente novedosa entre los árabes; se remonta a tres generaciones, a partir del proceso de descolonización y de la formación de nuevos Estados en la media luna oriental. No se trata de una confrontación comparable a las guerras de religión, pero sí –en forma relativa– al proceso de paulatina separación de los ámbitos de la religión y del Estado propiamente dicho, que lleva casi tres siglos.
Entre los árabes que pertenecen a sociedades que han experimentado alguna de las diversas formas de colonización europea –relativamente recientes, en términos históricos, y relativamente cortas, comparada con otras– la construcción de una sociedad civil laica, que toma distancias de las creencias religiosas y, hasta cierto punto, no es siquiera creyente, es un proceso ya avanzado. A los maximalistas, integristas o totalitarios les cuesta cada vez más predicar y más aún, imponer, sus ideas y programas.
El temor extendido entre los europeos de tener que enfrentar a árabes fanáticos, descontrolados y crueles, enrolándose por millones en sectas ocultas, dispuestas a destruir todo los que les oponga –desde reconquistar Andalucía (y no solo) hasta imponer por doquier su voluntad a fuerza de violencia–, descriptos brillantemente por la pluma de Oriana Fallaci, no se está manifestando en las recientes revueltas. Luce ausente el llamado a la “Jihad” –la guerra santa– contra el extranjero o el infiel; tampoco aparece la culpa volcada sobre el imperialismo, israelita o norteamericano, ni el llamado a una pureza de espíritu, propia de los fundamentalismos. Por el contrario, son casi siempre mensajes similares a los que pueden encontrarse en otras latitudes y culturas, de naturaleza ideológico-política, con poco apego hacia lo religioso. Laicos, en definitiva, en vistas a la construcción de una sociedad civil más de acuerdo con la modernidad.
La tarea de cambios de paradigmas que los árabes tienen por delante es muy grande y compleja. Empieza por identificar correctamente en qué consiste el cambio y qué hacer. Esa sí sería una revolución, un cambio trascendental. Algunas de las revueltas de estos meses, podrá decirse, han dado un paso gigantesco hacia adelante. Pero lo que falta aún por hacer es muchísimo más. E identificar las cuestiones centrales es vital. Por ejemplo, una sociedad civil que se precie de tal, antes de llegar a una democracia, debe lograr al menos un principio de equidad, una aproximación a lo que se conoce como “igualdad ante la Ley”. No puede tener ciudadanos de segunda, con menos o diferentes derechos (las mujeres, sobre todo) ni privilegios absurdos, lacras tales como la censura, el uso de la tortura y la ausencia total de “responsabilidad” (accountability) ante nadie ni nada. Esta construcción no suele ser –nunca lo ha sido– instantánea. Pero puede pedirse que al menos no tenga retrocesos. Y creo que de existe una conciencia bastante extendida en ese sentido, una especie de “masa crítica” en algunas sociedades. Y a medida que esa conciencia se extienda, se desarrolle y se profundice, (lo cual deberá demostrarse en los hechos), lo que hoy consideramos factores religiosos disminuirán en su peso relativo. Por supuesto, costará más tiempo –no necesariamente más sangre– que ese desarrollo ocurra en los países que no experimentaron el colonialismo de un modo más directo. Esto puede sonar como una paradoja, y lo es. Los países árabes que experimentaron poco o nada el colonialismo vivieron en un tiempo diferente, en una especie de limbo, apartados de la modernidad. Sus experiencias culturales, sociológicas y políticas permanecieron, hasta no hace mucho tiempo, en criterios y modos de vida tradicionales, ligados a un tipo de vida desconocido ya para la modernidad. Esa experiencia, creo, es lo que explica en mayor grado sus conductas, mucho más que la influencia de cualquiera de las modalidades del Islam que adoptaron."

Raúl cierra su mail diciendo: "Y todavía hay personas que no ven motivo para estar preocupados ! ! !".

De lo recabado en nuestra muy pequeña investigación surge que para algunos el tema de los cambios que han mostrado los musulmanes en los lugares en los que están cada vez más presentes puede ser un motivo de preocupación. Ven en ello un avance fundamentalista que los está preparando para destruir a los no musulmanes y tomar el control del mundo.

Otros, por el contrario, opinan que se trata solamente de una fusión paulatina con los otros grupos religiosos, manteniendo su independencia y cultura pero afirmando su presencia a través de la vestimenta por ejemplo, que en todo caso es solamente una demostración pública de su identidad.

El tema da para mucho más, seguramente, y esperamos opiniones que nos den más elementos de juicio para mejorar nuestra visión acerca de la cuestión.
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**Visita: http://bohemiaylibre.blogspot.com

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